Y CINCO AÑOS DESPUÉS SE SIGUE SIN INCIDIR EN LO FUNDAMENTAL Y SIN NEGAR LA MAYOR. Por Carlos Garcés.
Y CINCO AÑOS DESPUÉS SE SIGUE SIN INCIDIR EN LO FUNDAMENTAL Y SIN NEGAR LA MAYOR. Por Carlos Garcés.
La clave está en la actitud personal de la gente frente al mal.
ATACAR LA RAÍZ, PORQUE LOS PROBLEMAS NO SE RESUELVEN CON PARCHES
En todos los órdenes de la vida, la política, la economía, la educación, la familia o incluso la salud personal, se repite un patrón que acaba llevando al fracaso: se ignoran las causas profundas de los problemas y se actúa solo sobre sus manifestaciones superficiales. Como si se intentara curar una enfermedad grave con maquillaje, o taponar una grieta en el muro mientras los cimientos se desmoronan. Se niega la mayor, se evita el fondo, y se juega con lo accesorio.
Resolver un problema de forma auténtica exige ir al origen, a las raíces que lo han provocado. No hacerlo es como vaciar el agua de una casa inundada sin cerrar antes la llave que la sigue vertiendo. Los llamados “parches”, medidas estéticas, campañas de imagen, reformas parciales o discursos bienintencionados, pueden calmar momentáneamente el malestar, pero nunca lo solucionan. Y, con frecuencia, lo agravan: posponen la reacción necesaria, enmascaran la urgencia del cambio y refuerzan el autoengaño colectivo.
¿Por qué se actúa así? Porque enfrentarse a lo fundamental exige coraje, voluntad y claridad moral. Significa asumir que muchas estructuras, ideas y formas de vida deben revisarse, e incluso derribarse. Es más cómodo entretenerse discutiendo sobre aspectos laterales, secundarios en lo práctico y en lo ético, que mirar de frente lo que incomoda. Así, en lugar de hablar de verdad sobre el fracaso del sistema educativo, se debate sobre los libros de texto; en vez de reconocer la descomposición institucional, se finge transparencia con leyes vacías; antes que admitir la crisis de valores, se crean relatos de “diversidad”, “inclusión” o “modernización” que distraen y dividen, pero no sanan.
Negar la mayor es una trampa intelectual. Es evitar lo que incomoda, disfrazando el problema para no asumir el conflicto de fondo. Así se administran males crónicos que requieren cirugía con aspirinas de diseño. El resultado es el deterioro acumulado, el cansancio social, la desconfianza creciente y, finalmente, el estallido.
La verdadera solución comienza cuando se tiene la valentía de nombrar las cosas por su nombre, señalar lo esencial, y actuar sobre las causas. Solo así hay posibilidad de reconstrucción y de auténtico cambio. Lo demás es cosmética para un cadáver.
26 de noviembre de 2025.

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