JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA: UNA PÁGINA TRÁGICA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA. Por Carlos Garcés.



JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA: UNA PÁGINA TRÁGICA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA. Por Carlos Garcés.


Esto es Historia de España. No es política, ni pretende serlo. Es simplemente un recordatorio de una de las páginas más tristes y desgarradoras de nuestro pasado colectivo. Como se ha dicho tantas veces, quien no recuerda su historia está condenado a repetirla.

Con motivo del aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, reproduzco y resumo aquí algunos pasajes del artículo del periodista Martín Rubio Esteban, publicado en El Imparcial, así como referencias a la obra de José María Zavala, Las últimas horas de José Antonio, que ayudan a comprender el clima moral y humano que rodeó aquellos hechos.

La muerte de José Antonio no fue más que una brutalidad más de la Guerra Civil, una de tantas que sufrieron miles de españoles, muchos de ellos sin culpa alguna, si es que defender ideas o creencias puede considerarse motivo de culpa. Su proceso y su fusilamiento reflejan con nitidez la barbarie fratricida que atravesaba España en 1936: un tribunal sin independencia real, sometido a presiones políticas directas del gobierno de Largo Caballero, y a su vez un Gobierno condicionado por una potencia extranjera que le suministraba recursos militares.

El presidente del Tribunal, Eduardo Iglesias del Portal, vivió aquella situación sumido en una tensión insoportable, enfrentado a su propia conciencia jurídica, con un rostro pálido y desencajado que dejaba ver la contradicción interior. Tras escuchar la sentencia de muerte, José Antonio se acercó a él y lo abrazó con serenidad.

Sus palabras quedaron para la memoria:

—No eres tú quien me condena. Lo sé. No te preocupes.

El empresario paraguayo Joaquín Martínez Arboleya fue testigo directo del fusilamiento en Alicante. Aquella visión terrible lo marcaría de tal manera que, tras escapar a Tánger en 1937, acabaría incorporándose a las tropas que reclutaba el teniente coronel Juan Luis Beigbéder, participando más tarde en la campaña de Málaga.

Durante la contienda, los fusilamientos, en ambos bandos, se convirtieron desgraciadamente en espectáculos habituales, a veces incluso públicos, donde la brutalización de la sociedad llegó a tal extremo que, como recuerda el hispanista Ronald Fraser, se instalaron puestos de churros y café cerca de los paredones para quienes acudían a presenciar aquellas escenas.

Hoy, al recordar la muerte de José Antonio Primo de Rivera, no se trata de reivindicar ideologías, sino de mirar de frente nuestra historia, con sus heridas, sus contradicciones y sus tragedias. 

Y hoy, al recordarlo, buscamos honrar la entereza, la serenidad y la dignidad con la que afrontó su destino. Que su nombre, su gesto final y su sacrificio sigan siendo un testimonio vivo de coraje y de humanidad para quienes aún creen en la nobleza del espíritu español.

Carlos Garcés.
21 de noviembre de 2025.







"SENATOR". Carlos Garcés.

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