A LOS POLÍTICOS DE ESPAÑA, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, Y DEL MUNDO: EL CAMBIO DE DISCURSO NO OS SALVA. EL PUEBLO NO OLVIDA Y LA JUSTICIA AÚN NO HA HABLADO. Por Carlos Garcés.


A LOS POLÍTICOS DE ESPAÑA, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, Y DEL MUNDO: EL CAMBIO DE DISCURSO NO OS SALVA. EL PUEBLO NO OLVIDA Y LA JUSTICIA AÚN NO HA HABLADO. Por Carlos Garcés.


Durante los últimos cinco años hemos asistido, casi en directo, a uno de los mayores experimentos de manipulación, sometimiento y daño social en la historia contemporánea. Gobiernos enteros, organismos internacionales, fundaciones privadas y medios de comunicación han actuado al unísono, repitiendo consignas, imponiendo medidas, señalando y criminalizando a todo aquel que no se sometía dócilmente. Se nos culpó, se nos vigiló, y se nos trató como ganado. Y aquellos que dudábamos, que preguntábamos, que queríamos pensar por nosotros mismos, fuimos tachados de negacionistas, conspiranoicos y antisociales.

Ahora, cuando el daño está hecho, cuando millones de personas han sufrido efectos irreparables en su salud, cuando se ha destruido la convivencia, la economía, la confianza social y la verdadera libertad, ahora empiezan ellos mismos —los mismos que impusieron, ordenaron y forzaron— a insinuar que “quizá” las consecuencias no eran tan inocuas, que “tal vez” se cometieron excesos, que “puede que” haya habido información mal transmitida. Algunos incluso pretenden presentarse como salvadores, correctores o críticos tardíos, como si no hubieran sido parte esencial de la maquinaria.

Lo que antes era “indiscutible y científico”, ahora resulta que es “objeto de revisión”. Lo que antes era obligatorio, hoy se crítica tímidamente en titulares asépticos y cuidadosamente redactados. Donde decían Digo, dicen Diego.

Pero que nadie se confunda: esto no los exime ni los redime de nada.

Ellos tomaron decisiones con poder total, y detrás de esas decisiones hay consecuencias graves, irreversibles y humanas. Enfermos crónicos, muertes prematuras, ancianos que murieron solos, niños traumatizados, familias arruinadas, sociedades enfrentadas.

Y mientras tanto, la consigna de los gobiernos hacia el ciudadano común sigue siendo la misma: “el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”.


Es decir:

Si tú te equivocas, pagas.

Si tú incumples, respondes.

Si tú actúas sin saber, eres culpable igual.


Muy bien. Pues esa misma regla debe aplicarse, sin excepción, a quienes han sostenido, impulsado y ejecutado políticas que han dañado a millones.

Porque si el arrepentimiento no sirve cuando el ciudadano de a pie viola una norma sin intención, tampoco sirve ahora que algunos gobernantes y responsables comienzan a recular públicamente.

Ni “errores”.

Ni “fallos de comunicación”.

Ni “excesos comprensibles”.

Ni “circunstancias excepcionales”.


No. Aquí hubo decisiones conscientes.

Hubo censura.

Hubo coacción social.

Hubo imposición.

Y hubo silencio deliberado ante los daños.


No estamos hablando de equivocaciones inocentes, sino de una arquitectura global justificada bajo el paraguas de la criminal y genocida Agenda 2030, presentada como altruista, sostenible y humana, pero ejecutada como un programa de control, empobrecimiento y despersonalización del individuo.

Y lo más grave:

A día de hoy, no hay un solo dirigente político en la cárcel.

No uno.

Ni en Estados Unidos, ni en España, ni en Francia, ni en Alemania.

Ni en todo el mundo.

Mientras tanto, a millones de ciudadanos se les exigió obedecer sin preguntar, callar sin pensar y aceptar sin resistencia. Y muchos pagaron las consecuencias en su cuerpo, en su mente, en su familia, en su vida.

La justicia verdadera no consiste en admitir tardías dudas frente a cámaras.

La justicia consiste en responder por los actos. Y la responsabilidad política, sanitaria, moral y humana no prescribe por conveniencia.


Lo que se ha hecho debe ser juzgado.

No comentado.

No debatido con elegancia mediática.

No escondido bajo cambios de discurso. Juzgado.


Porque la dignidad humana no se negocia.

Porque la verdad no puede ser enterrada bajo titulares nuevos.

Porque el arrepentimiento sólo tiene sentido cuando no se ha destruido ya lo irreparable.

Y porque la memoria de los que han sufrido no se borra con notas de prensa.

Carlos Garcés.
11 de noviembre de 2025.


Relacionado:

CRIMEN SIN JUSTICIA — PUEBLO SIN DIGNIDAD. Por Carlos Garcés.












"SENATOR". Carlos Garcés.

Comentarios