SÍ, ESTÁN TODOS EQUIVOCADOS. Por Carlos Garcés.
Hay una imagen que me ha impresionado profundamente, un hombre solo, de pie, frente a una multitud. La masa le grita, le señala, le desprecia. Él, sin embargo, mantiene la calma y les dice: “Sí, están todos equivocados.”
No hay mayor símbolo de dignidad, ni mejor retrato del pensamiento libre en un mundo de esclavos voluntarios.
Yo me siento exactamente como ese hombre. No porque me crea superior, sino porque me niego a ser uno más del rebaño.
Veo la sumisión, la obediencia ciega frente al mal, la robotización de las conciencias, el aplauso fácil, por acción o por omisión, ante una AGENDA criminal disfrazada de progreso, esa infame AGENDA 2030 que pretende uniformar el pensamiento, destruir la identidad, anular la voluntad y eliminar la vida. Y lo peor es que la mayoría lo celebra, como si la servidumbre fuera un nuevo ideal de libertad.
Schopenhauer, con su lucidez brutal, lo explicó hace dos siglos: “Lo que más odia el rebaño es a quien piensa diferente, y no es tanto la opinión en sí, sino la audacia de querer pensar por sí mismo, algo que no saben hacer.”
Ahí está todo. La masa no odia al malvado, ni al corrupto, ni al mediocre. Odia al que se atreve a pensar, al que no aplaude, al que no se arrodilla.
Odia, en el fondo, a quien le recuerda su propia cobardía.
Vivimos tiempos de simulacro moral, de palabras vacías, de gestos mecánicos. Se llama “empatía” a la cobardía, “inclusión” a la manipulación, “libertad” a la obediencia, “ciencia” a la propaganda y “solidaridad” a la rendición. Todo invertido. Todo degradado.
Y mientras tanto, el individuo, el verdadero, el que aún conserva alma, es señalado, ridiculizado o censurado. Porque pensar, hoy, es un acto subversivo.
Yo prefiero quedarme solo antes que traicionarme. Prefiero soportar el desprecio del rebaño antes que formar parte de él.
Porque sé que la soledad del que ve es infinitamente más digna que la compañía de los ciegos.
Y si algún día me toca repetir aquellas palabras del hombre de la imagen, lo haré con serenidad, mirando de frente:
“SÍ, ESTÁN TODOS EQUIVOCADOS.”
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