SER HONESTO AUNQUE CUESTE: LA SOLEDAD DE LOS DIGNOS. Por Carlos Garcés.
“Ser honesto no te traerá muchos amigos, pero te traerá los correctos.”
La frase, atribuida a John Lennon, encierra una verdad tan simple como demoledora: la honestidad no suele ser popular. Vivimos en un tiempo en que decir la verdad, mostrarla o simplemente vivir conforme a ella se ha convertido en un acto de valentía. La mayoría prefiere el silencio cómplice, la comodidad de mirar hacia otro lado, el refugio tibio de la indiferencia.
Pero quien elige ser honesto, quien se atreve a mirar al mal de frente y no baja la cabeza, se expone, sí, a quedarse solo. Sin embargo, esa soledad no es un castigo, es una forma de libertad. Es la soledad luminosa de los que no se venden, de los que no pactan con la mentira, de los que no cambian su conciencia por un puñado de aplausos o por el aplauso fácil de los mediocres.
Ser honesto hoy es casi un acto de rebeldía. Es negarse a seguir la corriente del oportunismo, del servilismo, del “no te metas”. Es vivir con dignidad, con la frente alta, con la serenidad de saber que uno puede mirarse al espejo sin avergonzarse.
Los que se esconden detrás del silencio y la neutralidad, creyendo que así preservan su tranquilidad, no entienden que la dignidad no se negocia. Callar ante el mal es también una forma de traición, una rendición disfrazada de prudencia.
No hay mayor derrota que la de quien renuncia a su conciencia por comodidad. No hay mayor victoria que la de mantenerse firme, aunque el precio sea la soledad. Porque la verdad, cuando se defiende con honestidad, acaba siempre encontrando a sus aliados: pocos, sí, pero auténticos.
Así que, como dijo Lennon, no temas perder amigos por ser honesto. Teme, más bien, convertirte en uno de esos que callan, que agachan la cabeza, que venden su alma por un lugar en la mesa del poder o de la aprobación. La verdad no necesita multitudes: solo necesita corazones valientes.
Y, al final, solo los honestos caminan con la frente en alto.
12 de octubre de 2025.

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