“NADIE ES MÁS ODIADO QUE AQUEL QUE DICE LA VERDAD”. Por Carlos Garcés.
Siempre he tenido presente esta frase atribuida a Aristóteles, “Nadie es más odiado que aquel que dice la verdad”. Es una sentencia breve, pero lo resume todo. Yo soy prueba viviente de ello. Llevo años diciéndolo, lo que denuncio no es capricho, no es conspiración, no es exageración. Es la pura verdad, aunque duela. Y por eso, una y otra vez, he sido silenciado, ridiculizado, marginado. No se me da voz porque lo que digo incomoda a los que prefieren la mentira cómoda antes que la verdad incómoda.
Es fácil quejarse del sistema, señalar a los políticos, lanzar discursos de rebeldía. Pero cuando llega la hora de actuar, cuando hay que dar la cara y romper con el engranaje, muchos de esos que se rasgan las vestiduras demuestran que son parte del problema. Se convierten en cómplices silenciosos, en colaboradores necesarios y, en no pocos casos, en auténticos ejecutores de la misma agenda criminal que dicen detestar. Esa AGENDA que hoy llaman con nombre pulido y amable AGENDA 2030, pero que no es otra cosa que una hoja de ruta para despojar al ser humano de su libertad, de su dignidad y hasta de su propia vida.
No me importa que me llamen exagerado. No me importa que me acusen de conspiracionista. Lo que me importa es que cada día veo cómo se confirma, paso a paso, lo que llevo años advirtiendo. Y lo más triste es que muchos que hoy se declaran “despiertos” y “rebeldes” actúan como guardianes del sistema que dicen combatir. Se hacen fotos con las banderas de turno, repiten los mantras de moda, y en los hechos reales colaboran con aquello que dicen rechazar. Son la coartada perfecta para el poder.
Yo no tengo intereses ocultos ni me beneficio de ningún partido, lobby o institución. Llevo ocho años absteniéndome de votar, no por pasotismo sino por coherencia: no voy a legitimar con mi voto a quienes son, en mayor o menor medida, ejecutores de la misma maquinaria. La abstención, en mi caso, no es un gesto vacío, sino un acto de rebeldía consciente.
Es hora de decirlo alto y claro: quien colabora, aunque sea por omisión, con una AGENDA CRIMINAL, es cómplice de ella. Y no hay excusas. Ni las banderas, ni las ideologías, ni las promesas de cambio sirven para encubrir la traición a la verdad.
Sé que mis palabras seguirán incomodando. Sé que seguirán tratando de callarme o de ridiculizarme. Pero también sé que, como escribió Aristóteles, el que dice la verdad es siempre el más odiado. Y yo, por coherencia y dignidad, no pienso dejar de decirla.
3 de octubre de 2025.

Comentarios
Publicar un comentario