LA DISTANCIA COMO RESPUESTA. EL ARTE DE RETIRARSE CON DIGNIDAD. Por Carlos Garcés.
Hay frases que, sin necesidad de adornos, resumen una filosofía entera de vida. Rowan Atkinson, el genial actor británico al que el mundo asocia con el humor, deja en esta sentencia una lección de madurez y equilibrio interior:
“La distancia es la única respuesta a la falta de respeto. No reacciones, no discutas, no te metas en dramas. Simplemente retira tu presencia.”
Vivimos en una sociedad donde todo el mundo grita, donde todos quieren tener razón y donde el respeto ha pasado a ser un valor casi exótico. En las redes, en la política, en la vida cotidiana… la provocación se ha convertido en un arma, y el silencio en una forma de resistencia. Quien calla con conciencia, quien se aleja sin rencor, demuestra una fuerza que los demás rara vez comprenden.
Retirarse no es huir. Es comprender que no todos los combates merecen ser librados, que hay batallas que sólo degradan al que se queda. La distancia, en realidad, es una forma de amor propio: una línea invisible que uno traza para proteger su paz interior frente a la mediocridad, la manipulación o el desprecio.
A veces, la mejor victoria consiste en no entrar al ruedo. En no discutir con quien no escucha, en no responder a quien insulta, en no permanecer donde se ha perdido el respeto. Porque la dignidad, como la fe o la verdad, no necesita ruido, sólo coherencia.
Y ahí está la clave, retirarse no por debilidad, sino por fortaleza; no por desinterés, sino por respeto a uno mismo.
Pero que nadie confunda esta actitud con la pasividad o la indiferencia ante el mal. La distancia es una respuesta a la falta de respeto, no una renuncia al deber moral de combatir la injusticia. Frente al mal, a la corrupción o a la mentira, no cabe el silencio cobarde ni la neutralidad. Hay que enfrentarlo, desenmascararlo y eliminarlo con la fuerza de la verdad y con la dignidad de quien no negocia con lo perverso. La serenidad ante lo trivial no excluye la firmeza ante lo inmoral.
18 de octubre de 2025
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