EL FUTURO NO PUEDE SER CONSTRUIDO SOBRE EL OLVIDO. Por Carlos Garcés.


EL FUTURO NO PUEDE SER CONSTRUIDO SOBRE EL OLVIDO. Por Carlos Garcés.

Hay algo que me resulta profundamente inquietante, casi doloroso, en la actitud de buena parte de la sociedad actual. Me refiero a esa forma de resignación disfrazada de optimismo que se expresa en frases como: “Eso ya está pasado, hay que mirar al futuro.” La escucho con frecuencia, sobre todo cuando se trata de hablar de lo que realmente sucedió desde aquel 14 de marzo de 2020, cuando el poder político, sin excepción, decretó un estado de terror sanitario que nada tuvo que ver con la salud ni con la ciencia, sino con el control, la manipulación y la obediencia.

Desde entonces, todos los partidos, absolutamente todos, se convirtieron en cómplices de una farsa global, orquestada al amparo de una falsa pandemia y ejecutada con una precisión que haría sonrojar al mismísimo Goebbels. Quien todavía crea que aquello fue una respuesta sanitaria y no una operación de ingeniería social, es porque prefiere vivir dormido antes que enfrentarse al vértigo de la verdad.

Lo más grave, sin embargo, no es el engaño en sí, que ya fue monumental, sino la amnesia colectiva que vino después. Gente que sufrió, que perdió su libertad, su trabajo, su negocio o a sus mayores encerrados como animales, ahora te dice con una sonrisa que eso “ya pasó”, que “hay que mirar adelante”. Como si la impunidad pudiera ser el cimiento de un futuro justo.

Yo no puedo, ni quiero, mirar al futuro mientras no se haya hecho justicia con el pasado. Porque mirar al futuro sin memoria es una forma elegante de rendirse. Es aceptar que todo puede repetirse, que volverán a confinar, a censurar, a vacunar por decreto, a mentir sin pudor… y que la masa obedecerá otra vez, con la misma docilidad, en nombre de otro “bien común”.

Cuando alguien me dice que eso ya no importa, que lo que cuenta es lo que viene, solo puedo pensar que esa persona ha renunciado a su conciencia. Porque quien olvida lo que le hicieron, está dispuesto a permitir que se lo vuelvan a hacer. Y quien no exige responsabilidades, se convierte en cómplice del poder que lo humilla.

No, no está pasado. No lo estará jamás mientras haya una sola víctima de aquella mentira. No lo estará mientras la Agenda 2030 siga avanzando disfrazada de progreso y sostenibilidad, pero cargada de control social, censura y sumisión. No lo estará mientras los responsables sigan en libertad y dando lecciones de moral, como si nada hubiera ocurrido.

El futuro no puede construirse sobre el olvido. El futuro solo será digno si nace del reconocimiento del crimen, del arrepentimiento de los cobardes y de la rebelión de los conscientes.

Por eso, cuando alguien me dice que hay que mirar al futuro, le respondo con serenidad pero con firmeza que YO SÍ quiero mirar al futuro, pero con los ojos bien abiertos y la memoria intacta. Porque el olvido es la antesala de la esclavitud.

Mirar al futuro sin exigir justicia es el refugio de los serviles y el descanso de los culpables.

Carlos Garcés.
21 de octubre de 2025.















"SENATOR". Carlos Garcés.

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