EL CIRCO POLÍTICO Y LOS PAYASOS DEL PODER. Por Carlos Garcés.
Vivimos instalados en un circo. Un circo político donde no hay ni estadistas ni patriotas, sino payasos profesionales al servicio del poder global. Cada uno con su papel aprendido: el indignado de turno, el moderado de fachada, el patriota de bandera, el que se hace la víctima o el que simula enfrentarse al sistema mientras cobra de él.
El último espectáculo se ha visto hoy 12 de octubre, en la "celebración" del día de la Hispanidad, con Abascal (VOX) fingiendo no estar en la grada oficial, pero sí entre el público. ¿Qué diferencia hay? Ninguna. O estás o no estás. Pero no montas una comedia para los ingenuos. Es el mismo teatro de siempre, la misma representación para distraer al populacho.
Y así nos tienen: pendientes de si uno ha dicho, de si otro ha hecho, de si tal político miró mal al otro o de si alguien pidió la dimisión de Sánchez. Como si todo se redujera a eso. Como si cambiar de actor fuera suficiente para cambiar la obra. Pero no, eso es más de lo mismo, porque todos forman parte del mismo guion, del mismo espectáculo, de la misma mentira.
Mientras los focos se centran en los gestos y los titulares, en los despachos se legisla cada día contra los ciudadanos. En el Boletín Oficial del Estado se publican auténticas barbaridades que destruyen nuestra libertad, nuestra soberanía y hasta nuestra identidad. Y mientras tanto, NADIE se levanta. NADIE protesta. NADIE se manifiesta contra la verdadera raíz del problema que no es otra que la sumisión TOTAL de todos los partidos a la criminal AGENDA 2030.
Porque no nos engañemos, no hay derecha ni izquierda. No hay rojos ni azules. Solo hay una clase política parasitaria que actúa como correa de transmisión de un plan global que busca uniformar, controlar, domesticar y eliminar a los pueblos. Los enfrentan entre ellos con temas secundarios, con insultos y debates de patio de colegio, mientras en la sombra consolidan su poder.
Lo esencial, la vida, la libertad, la justicia, la verdad, ha desaparecido de su vocabulario. Ya no existen valores ni principios, solo marketing político y sumisión a intereses ajenos. Y lo peor de todo, han convertido la política en un espectáculo para distraer, para anestesiar, para que la gente crea que algo cambia mientras todo sigue igual.
España no necesita más discursos ni más comedias ni shows criminales. Necesita ciudadanos DESPIERTOS, LIBRES, capaces de decir BASTA. Porque mientras sigamos aplaudiendo a estos mamarrachos de corbata, el circo continuará, y los payasos seguirán cobrando por representar la misma farsa una y otra vez como llevan décadas haciendo.
Apaguen el circo, que el país se desangra.
Yo hace tiempo que dejé de aplaudir. Porque cuando uno ve cómo sangra su país, ya no puede reírse del circo.

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