COLE PORTER, EL GENIO QUE CONVIRTIÓ LA ELEGANCIA EN MÚSICA. Por Carlos Garcés.
¿Fue Cole Porter el más grande compositor del Gran Cancionero Americano? La pregunta parece casi provocadora, incluso temeraria, si recordamos los nombres que pueblan aquel Olimpo musical. Sin embargo, pocos como él lograron unir el refinamiento intelectual, la ironía sofisticada y una sensibilidad tan universal. Porter no necesitaba cómplices creativos: escribía tanto la letra como la música de sus canciones, con un dominio sorprendente del ritmo, la métrica y la rima. Su estilo era único —melodías inconfundibles, estructuras que rozaban lo obsesivo— y una capacidad inigualable para acercar el lujo, la sensualidad y la melancolía a todo tipo de público. Fue, en definitiva, un hombre adelantado a su tiempo… y quizá a todos los tiempos.
Cole Albert Porter nació el 9 de junio de 1891 en la ciudad de Peru, en Indiana, en el seno de una familia acomodada gracias a la fortuna de su abuelo, James Omar Cole. Desde pequeño mostró inclinación por la música: estudió violín y piano —instrumento al que se consagró con disciplina— y componía con apenas once años, ayudado por su madre, que incluso llegó a alterar su edad en documentos para hacer creer que era un prodigio precoz.
Durante su paso por la Universidad de Yale, escribió más de trescientas canciones para las producciones estudiantiles, muchas de las cuales siguen interpretándose en los actos académicos. Su abuelo deseaba que se dedicara al derecho, por lo que fue enviado a Harvard. Sin embargo, Porter cambió pronto la toga por el pentagrama y se matriculó en composición musical, manteniendo en secreto la verdadera naturaleza de sus estudios.
Su primera canción en llegar a Broadway fue “Esmeralda”, incluida en el musical Hands Up! (1915). Un año después estrenó su propia obra, See America First, que resultó un fracaso estrepitoso. Pero aquel tropiezo no lo desalentó: el genio apenas estaba comenzando.
En 1917, en plena Primera Guerra Mundial, Porter viajó a Francia y se integró en la vibrante vida social de París. Algunos testimonios aseguran que se alistó en la Legión Extranjera, aunque lo cierto es que vivió rodeado de intelectuales, artistas y aristócratas, en un ambiente donde el lujo, el amor libre y la bohemia se mezclaban con el talento.
En 1919 contrajo matrimonio con Linda Lee Thomas, una bella y adinerada mujer de Kentucky, divorciada y con un refinamiento a la altura del compositor. Aunque su relación fue más una alianza espiritual que amorosa, se mantuvieron juntos hasta la muerte de Linda en 1954. Juntos recorrieron Europa, fijando su residencia en París y más tarde en el Palazzo Rezzonico de Venecia, cuya renta mensual equivaldría hoy a decenas de miles de dólares.
Porter no dependía del dinero de su música: su talento era un placer más que una necesidad. Sin embargo, nunca dejó de componer. En 1923, junto a Gerald Murphy, escribió Within the Quota, un ballet breve y satírico sobre la inmigración y la fama en Estados Unidos. Esta obra, considerada una de las primeras fusiones entre la música sinfónica y el jazz, se adelantó al célebre Rhapsody in Blue de Gershwin por varios meses.
El gran éxito llegó en 1928 con París, cuyo tema “Let’s Do It (Let’s Fall in Love)” se convirtió en un himno a la sensualidad y en la llave que abrió las puertas de Broadway. A partir de ahí, Porter encadenó triunfos: The New Yorkers (1930), con la polémica “Love for Sale”, prohibida en la radio por su letra explícita, pero adorada por músicos y críticos; y Gay Divorce (1932), donde sonó una de las joyas eternas del cancionero: “Night and Day”.
En 1934 alcanzó la cumbre con Anything Goes, un musical deslumbrante que incluía clásicos como “You’re the Top”, “I Get a Kick Out of You” y el propio tema titular. Décadas después, Frank Sinatra inmortalizaría esta última pieza con arreglos de Nelson Riddle, dotándola de nueva vida y swing.
El 1937 marcó un antes y un después en su existencia. Un accidente a caballo le destrozó ambas piernas. Sufrió más de treinta operaciones y dolores insoportables que lo acompañaron toda su vida. Pero Porter, con una mezcla de ironía y heroísmo, siguió componiendo. Canciones como “Friendship” (1939) o “You’d Be So Nice to Come Home To” (1942) brotaron de esa lucha entre el dolor y la inspiración.
Aunque algunos de sus proyectos no alcanzaron el mismo brillo —como Around the World (1946), dirigida por Orson Welles—, Porter volvió a triunfar con Kiss Me, Kate (1948), inspirada en La fierecilla domada de Shakespeare, con la que ganó un Premio Tony y consolidó su legado.
La muerte de Linda en 1954 dejó un vacío profundo en su vida. Ella había sido su refugio emocional y su mayor cómplice. A pesar de continuar trabajando —llegó a recibir una nominación al Oscar por “True Love”, escrita para High Society (1956)—, el dolor físico y la tristeza lo empujaron al aislamiento.
En 1958 sufrió la amputación de su pierna derecha, lo que marcó su retirada definitiva de la música. “Ahora solo soy medio hombre”, confesó a sus amigos. Murió en Santa Mónica el 15 de octubre de 1964, a los 73 años, dejando tras de sí una obra inmortal que aún hoy resuena como una sinfonía de elegancia, ingenio y sensibilidad.
Décadas después de su muerte, el cine rindió homenaje a su figura con la película De-Lovely (2004), dirigida por Irwin Winkler, una biografía musical que revive el universo emocional y artístico de Cole Porter. Protagonizada por Kevin Kline como Porter y Ashley Judd como su esposa Linda, la cinta retrata con delicadeza su relación, marcada por el amor sincero, la complicidad y la comprensión frente a las sombras que acompañaron al compositor durante toda su vida.
Más que una biografía convencional, De-Lovely es un viaje introspectivo donde la vida de Porter se cuenta a través de su música. Canciones como “Night and Day”, “Anything Goes”, “Let’s Do It” o “Ev’ry Time We Say Goodbye” resurgen interpretadas por voces contemporáneas —Elvis Costello, Robbie Williams, Alanis Morissette, Sheryl Crow, entre otros—, convirtiendo el film en un homenaje coral a su legado inmortal.
La película logra capturar la esencia del hombre que convirtió la sofisticación en emoción pura. Con una fotografía elegante y una atmósfera casi teatral, De-Lovely nos recuerda que Cole Porter no solo escribió melodías: escribió la banda sonora del amor, del deseo y de la melancolía de todo un siglo.
Ficha técnica:
Título original: De-Lovely
Año: 2004
País: Estados Unidos / Reino Unido
Director: Irwin Winkler
Guion: Jay Cocks
Música: Cole Porter (banda sonora basada en sus canciones)
Reparto: Kevin Kline, Ashley Judd, Jonathan Pryce, Kevin McNally, Allan Corduner
Duración: 125 minutos
Género: Biografía musical / Drama romántico.
28 de octubre de 2025.
Relacionado:
https://senatorcarlos.blogspot.com/2024/11/si-frank-sinatra-es-la-voz-cole-porter.html

Comentarios
Publicar un comentario