HABLAR CON DUREZA ES UNA OBLIGACIÓN CUANDO TE ESTÁN PISOTEANDO A DIARIO LOS MÁS ELEMENTALES DERECHOS HUMANOS, ENFERMÁNDOTE Y ASESINÁNDOTE. Por Carlos Garcés.
HABLAR CON DUREZA ES UNA OBLIGACIÓN CUANDO TE ESTÁN PISOTEANDO A DIARIO LOS MÁS ELEMENTALES DERECHOS HUMANOS, ENFERMÁNDOTE Y ASESINÁNDOTE. Por Carlos Garcés.
Desde el 14 de marzo de 2020, España entró en una etapa oscura y profundamente inhumana. Una etapa que no ha terminado. Nos han secuestrado en casa, manipulado, empobrecido, enfermado, sometido y asesinado. Nos gobierna una casta política e institucional que actúa con total impunidad, sin alma, sin conciencia y sin escrúpulos. Estamos gobernados por psicópatas y criminales que deberían estar entre rejas todos sin excepción alguna, si esta sociedad conservara algo de dignidad, algo de memoria, algo de humanidad.
Pero no. Esta sociedad se ha convertido en una masa amorfa, dócil, domesticada y zombificada. Una masa que ha perdido la capacidad de razonar, de distinguir entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre lo humano y lo monstruoso.
Por eso, cuando alguien como yo y como unos pocos más que aún conservamos el alma y el corazón en su sitio levantamos la voz y hablamos con dureza, no es por odio ni por rabia ciega. Es porque estamos en un estado de LEGÍTIMA DEFENSA. Y en LEGÍTIMA DEFENSA, se responde con firmeza. En LEGÍTIMA DEFENSA no hay tiempo para la cortesía falsa ni para las palabras suaves que no salvan vidas. En LEGÍTIMA DEFENSA, O LUCHAS O PERECES. O TE REBELAS O DESAPARECES.
¿Qué otra cosa se puede hacer ante un sistema que ha convertido la anormalidad en norma, el crimen en política y la mentira en verdad?
No estamos en una situación de paz, de estabilidad, de civilización real. Estamos en una situación de atropello generalizado, aunque muchos no quieran verlo. Una situación sin bombas ni tiros pero con efectos devastadores: enfermedades inducidas, pobreza programada, control total de cuerpos y mentes, destrucción de la dignidad humana. Y en esta situación, el que no lucha, entrega su alma. El que calla, colabora. El que relativiza, traiciona.
Es por eso que mis palabras son duras. Y deben serlo. Porque al mal hay que tratarlo como lo que es, mal y eso nos hace buenos. Y al bien hay que defenderlo y tratarlo como tal, con uñas, con dientes, con la palabra y, si fuera necesario, con la vida. No hay equidistancia posible. No hay diálogo ni te puedes sentar a dialogar ni a darle voz a quien pisotea tu libertad. No hay tolerancia con el que pretende despojarte de tu humanidad.
Los que justifican el mal, LOS QUE SE ACOMODAN, los que miran hacia otro lado mientras millones son destruidos en cuerpo y alma, esos no son neutrales. Esos son esclavos que colaboran con sus propios verdugos.
Y repito, esto es una situación de LEGÍTIMA DEFENSA.
LEGÍTIMA DEFENSA DE LA VIDA FRENTE A LA CULTURA DE LA MUERTE.
LEGÍTIMA DEFENSA DE LA VERDAD FRENTE A LA DICTADURA DE LA MENTIRA.
LEGÍTIMA DEFENSA DEL ALMA FRENTE AL PROCESO DE ZOMBIFICACIÓN COLECTIVA.
LEGÍTIMA DEFENSA DEL BIEN FRENTE AL REINADO DEL MAL INSTITUCIONALIZADO Y HOY REPRESENTADO POR TODOS LOS QUE VIVEN DE LA POLÍTICA O TIENEN INTERESES EN ELLA, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, EN TODOS LOS RINCONES DE ESPAÑA.
Por eso escribo como escribo. Por eso no me callo.
Porque aún soy Humano. Porque aún puedo distinguir.
Porque no acepto esta farsa.
Porque prefiero ser insultado por un mundo enfermo que bendecido por una sociedad sin alma.
Y mis palabras seguirán sin entenderse por parte de los idiotas, ni aquellos que viven de la política o se alimentan de sus intereses. Es decir, el 99,5% de esta sociedad podrida, servil y miserable.
14 de agosto de 2025.


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