DEL VALOR A LA FARSA. LA TRAICIÓN DE LOS DOCTORES DEL SILENCIO. Por Carlos Garcés.
Cinco años después, todo se ve más claro y todo ha quedado al descubierto. Y es hora de decirlo sin rodeos, El tiempo ha desenmascarado a muchos de los que decían estar del lado de la verdad. A algunos se les cayó la careta. A otros, se la quitó su propia codicia. Pero todos comparten un rasgo común, la incoherencia y el silencio cobarde ante el mal.
Lo digo con conocimiento, y lo digo con la autoridad moral de haber sido la segunda persona en España que dio la cara, con nombre y apellidos, contra la gran mentira del COVID, en 2020, cuando fundé el MOVIMIENTO POR EL DESPERTAR CIUDADANO. En aquel momento, me ilusioné, como muchos, al ver a médicos europeos alzarse con valor, sin mascarillas, sin bozales, denunciando la farsa. Pero bastó una simple observación para que el engaño empezara a oler mal aquí en España: la doctora Natalia Prego y el doctor Ángel Ruiz Valdepeñas, las caras visibles del supuesto movimiento "Médicos por la Verdad", LLEVABAN MASCARILLAS en pleno acto contra las mascarillas.
Lo vi. Lo denuncié. Lo dije entonces y lo repito hoy: es inadmisible estar en contra del bozal… y llevarlo puesto. La incoherencia no es un despiste, ni un error menor; es la huella visible de un pacto oculto. Pero muchos, incluso dentro de mi propio grupo, me pidieron en aquel momento que callara. Que no lo comentara fuera del MOVIMIENTO. Que no pusiera “palos en las ruedas”, que había que “mirar hacia otro lado”, que “no sabían lo que hacían”.... Cedí. Callé. Pero no olvidé.
Hoy, cinco años después, el tiempo me da la razón. Porque lo que en aquel entonces era una incoherencia, en 2021 empezó a verse claramente la traición de estos "médicos por la verdad", una traición premeditada. Lo que han hecho estos doctores, y con ellos tantos otros falsos disidentes, no es otra cosa que venderse al mal; al diablo del sistema. Porque si verdaderamente supieran y creyeran lo que algunos sabemos, que el COVID no existió como enfermedad real, que todo fue una operación global de control, miedo y sumisión, lo habrían gritado a los cuatro vientos y hubieran actuado con la coherencia debida.
Pero no. Nunca lo dijeron con claridad. Nunca lo negaron públicamente. Nunca negaron públicamente la existencia del COVID. Se quedaron en una postura tibia, cobarde, cómoda. Defendieron la voluntariedad de las vacunas, como si eso bastara, cuando lo que debieron haber defendido, si tuvieran un mínimo de coherencia y de decencia, era la prohibición total de esa sustancia tóxica que jamás fue una vacuna, sino un experimento de modificación genética al servicio del mal. Y sabiendo, como deberían saber , que era un mal no solo para el que se la ponía sino para toda la sociedad en general.
Y mientras tanto, hicieron caja. Congreso tras congreso, vendiendo libros, dando entrevistas, promocionando remedios para “recuperarse de los efectos de la vacuna”. Negaron la enfermedad en privado, pero jamás tuvieron el valor de decirlo en público. Lo sé, porque yo mismo se lo pregunté cara a cara a Ángel Ruiz Valdepeñas ye lo dijo. Y cuando le interpelé a decirlo públicamente sólo conseguí censura. Bloqueo en sus canales, expulsión de los pocos medios de comunicación que me permitían hablar, y un silencio atronador como única respuesta.
¿Eso es valentía? ¿Eso es disidencia? No. Eso es hipocresía con fines económicos, egoísmo disfrazado de rebeldía y cobardía servil frente al sistema que decían combatir. A todos esos falsos profetas de la disidencia, que hoy siguen lucrándose de una tragedia que ayudaron a mantener con su silencio, les señalo sin miedo y con desprecio.
Porque cuando hay incoherencia sistemática, cuando se calla lo esencial, cuando se coopera sin decirlo, es porque se ha firmado un pacto con la mentira. Y la mentira siempre acaba devorando a quienes la alimentan.
Lo dije entonces y lo sostengo hoy. En aquel congreso celebrado en Madrid el 25 de julio de 2020, NINGUNO DE LOS MÉDICOS EUROPEOS PRESENTES LLEVABA MASCARILLA. Solo los dos doctores españoles, Natalia Prego y Ángel Ruiz Valdepeñas, como se puede ver en la foto que adjunto y en otras, aparecieron con el bozal puesto. Esa imagen, por sí sola, lo decía todo. Era la imagen de la incoherencia. Y ante eso, no callé: grabé un vídeo con mi valoración en aquel mismo momento, hace ya cinco años, que hoy vuelvo a publicar en este artículo. Este audio vídeo que comparto hoy aquí es del 27 de julio de 2020.
Desde entonces, durante los últimos cuatro años (desde 2021), he ido demostrando con creces lo que son realmente estos médicos, unos representantes de la media verdad, no de la verdad. Porque decir medias verdades es, en última instancia, una forma de sostener la gran mentira. Es la peor mentira que existe. Y no han faltado pruebas. En este mismo blog Senator, con argumentos, hechos y nombre propio, he dejado constancia sobrada de las no pocas contradicciones, cobardías y pactos ocultos que delatan a todos estos falsos referentes.

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