DEL CORAZÓN AL CEREBRO… Y DE AMBOS A LA OBEDIENCIA. Una reflexión desde Churchill hasta la España de hoy. Por Carlos Garcés.
DEL CORAZÓN AL CEREBRO… Y DE AMBOS A LA OBEDIENCIA. Una reflexión desde Churchill hasta la España de hoy. Por Carlos Garcés.
Acabo de leer una frase que se atribuye a Winston Churchill, frase que ha dado la vuelta al mundo y ha sido repetida en multitud de idiomas:
“Quien no es de izquierdas de joven no tiene corazón, y quien no es de derechas de adulto no tiene cabeza."
No está del todo claro que Churchill la pronunciara tal cual, pero lo cierto es que refleja bien un modo de entender la evolución de la vida política. La juventud como tiempo de pasión e ideales, y la madurez como momento de juicio y responsabilidad.
En ese marco, la frase cobra sentido. Los jóvenes suelen dejarse llevar por la ilusión de cambiarlo todo, de derribar injusticias y de soñar con mundos mejores. El corazón manda. En cambio, con los años llega, o debería llegar, el realismo, la prudencia y el uso de la razón. La cabeza toma las riendas. Y así se explicaba, durante décadas, esa oscilación entre la izquierda idealista y la derecha pragmática.
Yo lo viví en carne propia. En mis años de estudiante en la Universidad participé en manifestaciones, sentí la fuerza de una generación que se levantaba contra lo que consideraba injusto, y sí, corrí delante de los "grises", aquella policía antidisturbios en aquel tiempo. Había un fuego, un espíritu, un empuje. Podías estar de acuerdo o no con las causas, pero lo que no faltaba era corazón.
Hoy, sin embargo, esa lectura de la frase de Churchill se ha vaciado de contenido. En primer lugar porque el término derecha e izquierda hace décadas que ha desaparecido y hoy es una discusión caduca y obsoleta aunque se mantiene para seguir distrayendo a los ilusos.
Pero en relación a los jóvenes, estos no son de "izquierdas" ni de "derechas" porque, sencillamente, ya no son nada. Se han dejado atrapar por la comodidad de las pantallas, por la dictadura del móvil y de las redes sociales, por un mundo de entretenimiento continuo que los anestesia. Lo público no les interesa más que como espectáculo en titulares de Twitter o como meme viral en TikTok.
Y los adultos, que se suponía debían aportar criterio, experiencia y sensatez, tampoco ejercen ya ese papel. Están, como los jóvenes, engullidos por la obediencia ciega a la criminal y genocida AGENDA 2030, convertidos en simples consumidores de consignas globalistas, sin espíritu crítico ni capacidad de rebelarse.
Por eso hoy ni los jóvenes tienen corazón ni los adultos cabeza. Hoy reina la obediencia, la resignación y la sumisión disfrazada de progreso. Una sociedad así está condenada a repetir los errores de Grecia y Roma y a perder la chispa que nos hizo avanzar en otros tiempos.
Churchill, de vivir hoy, quizá no reconocería a las nuevas generaciones ni a las viejas. Porque lo que falta no es ya equilibrio entre corazón y cerebro, sino algo más profundo que no es otra cosa que el valor de pensar por uno mismo y de ACTUAR en consecuencia.
Y si una sociedad renuncia a pensar y a sentir, deja de ser sociedad para convertirse en rebaño, que es en lo que hoy se ha convertido España.
29 de agosto de 2025.

Comentarios
Publicar un comentario