CONTRA EL PERDÓN FÁCIL. NO TODO SE PUEDE NI SE DEBE PERDONAR. Por Carlos Garcés.
Vivimos tiempos en los que todo se trivializa, incluso el perdón. Se nos exige perdonar como si fuera un deber automático, un imperativo moral indiscriminado, una suerte de virtud por decreto. Pero no. El perdón no es obligatorio. No todo se puede ni se debe perdonar.
Hay errores, debilidades y pecados propios de la fragilidad humana que sí merecen clemencia. Fallos personales, discusiones, traiciones cotidianas… pueden encontrar redención si hay arrepentimiento sincero, reparación del daño causado y una voluntad clara de no reincidir. Incluso en esos casos, el perdón no implica olvido, ni mucho menos que las relaciones personales vuelvan a ser iguales. El perdón no borra, no reinicia, no resetea. Solo permite, en el mejor de los casos, continuar el camino sin el peso del rencor, pero con la memoria intacta.
Pero hay límites. El mal deliberado, el crimen planificado, la destrucción de inocentes, el daño institucionalizado y masivo, no pueden ser objeto de perdón. Nadie con conciencia puede perdonar los crímenes de lesa humanidad, el asesinato sistemático de vidas inocentes a través del aborto, la eutanasia legalizada, la manipulación de las masas con mentiras científicas o sanitarias, la traición a una patria..... No se puede perdonar aquello que ni siquiera ha sido reconocido como crimen, ni aquellos actos de maldad que siguen siendo defendidos con cinismo por sus autores.
El perdón verdadero nace del reconocimiento del mal, del arrepentimiento auténtico y de la voluntad de reparar. Todo lo demás es teatro, cobardía o complicidad.
El perdón, cuando se da, debe ser libre, nunca exigido. Y quien lo ofrece, lo hace desde una dignidad que no se rebaja. Porque perdonar no es claudicar, ni someterse, ni cerrar los ojos al horror.
Y por eso YO, HOY, NO PUEDO PERDONAR A NADIE QUE VIVA DE LA POLÍTICA O TENGA INTERESES EN ELLA. Porque todos ellos, de ayudantes de concejal hacia arriba sin excepción alguna, están a sueldo de la criminal y genocida AGENDA 2030, incrustados en partidos políticos e instituciones del Estado que desde el 14 de marzo de 2020, a la descarada, están actuando a diario con una maldad nunca vista, con premeditación y alevosía pisoteando los más elementales Derechos Humanos y causando a diario un gravísimo daño irreparable e irreversible a los españoles. El único perdón que cabría, en su caso, debe pasar primero por una confesión pública de sus crímenes, por la renuncia explícita a sus cargos y privilegios, y por entregarse voluntariamente a la justicia para ser juzgados. Todo lo demás es hipocresía. Y a los cínicos, a los que destruyen vidas y luego piden perdón sin bajar del pedestal, no se les debe una gota de misericordia. Se les debe justicia.
Que cada uno cargue con su responsabilidad. Y que no se confunda el deber de la justicia con la tibieza emocional.
Como decía alguien con verdad: “NO PERDONES TODO; LA GENTE SABE MUY BIEN LO QUE HACE.”
3 de julio de 2025.

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