CON EL MAL NO SE NEGOCIA NI SE LE DA VOZ. Y PUNTO. Por Carlos Garcés.


CON EL MAL NO SE NEGOCIA NI SE LE DA VOZ. Y PUNTO. Por Carlos Garcés.

He escrito mucho sobre esto y no voy a dejar de insistir en una verdad que no admite matices: CON EL MAL NO SE DIALOGA, NO SE PACTA, NO SE LE DA VOZ. Quien se sienta a su mesa, quien comparte con él un café, un escaño, una tertulia, quien le presta oído, termina inevitablemente contaminado por su hedor moral. No hay términos medios. La tibieza es la antesala de la complicidad.

El mal adopta mil rostros, pero siempre actúa con la misma perversión que deshumaniza, degrada y destruye. Y en nuestra época lo hemos visto encarnarse, por ejemplo, en aquellos que justifican la matanza de inocentes bajo el disfraz legal del aborto o de la eutanasia “en determinados supuestos”; en quienes aceptan la gran mentira del COVID sin haber exigido jamás pruebas de su existencia; en quienes, por acción u omisión, han envenenado a la población con productos experimentales que nunca fueron vacunas, porque no existía enfermedad demostrada alguna para prevenir.....

Estos son los mismos que, desde despachos, laboratorios y platós de televisión, han enfermado y siguen enfermando a la humanidad por tierra, mar y aire. Son los ingenieros del miedo, los mercaderes de la muerte, los responsables directos de crímenes contra la vida y contra la verdad. Cada palabra que pronuncian es una bala en la conciencia colectiva.

Por eso en su día yo estuve tan poco tiempo en política. Sólo un año y medio. Y me fui cuando vi lo que vi, la corrupción moral, la hipocresía, las alianzas con los mismos a los que se debería combatir, la normalización del mal bajo discursos de consenso.

Ante ellos, un Ser Humano digno solo tiene una postura posible que no es otra que la oposición total y el rechazo absoluto. No hay negociación posible con quien ha hecho del crimen una estrategia y de la mentira un método. No hay “debate” con quien justifica el asesinato, la manipulación masiva o la intoxicación planificada. No hay “diálogo” con asesinos de guante blanco que operan bajo la máscara de la legalidad.

Quien, en nombre del consenso o la cortesía, se sienta a hablar con ellos en un parlamento, en una sala de juntas o de conferencias, o en una cafetería, deja de ser inocente. Se convierte en cómplice por el mero hecho de aceptar su marco, su lenguaje y su presencia como si fueran interlocutores legítimos. La neutralidad no existe cuando enfrente está el crimen: o se le combate, o se le sirve.

La obligación de todo hombre y mujer de bien es clara: detenerles, encarcelarles y exigir que paguen por sus delitos. No por venganza, sino por justicia; no por odio, sino por amor a la vida y a la verdad. Cualquier otra actitud, callar, pactar, mirar hacia otro lado, justificar, relativizar o “comprender”, no es prudencia, ES TRAICIÓN.

Negar la voz al mal no es intolerancia, es el más alto acto de responsabilidad moral. Porque cuando se le abre un micrófono al criminal, se convierte a la sociedad entera en su rehén. Y quien cree que puede dialogar con el mal para “reducirlo” o “moderar su daño” comete la ingenuidad más peligrosa que no es otra que  al mal no se le domestica, al mal se le combate y destruye.

HOY NINGÚN SER HUMANO DIGNO,

HOY NINGÚN SER HUMANO DIGNO,

HOY NINGÚN SER HUMANO DIGNO

PUEDE ESTAR EN POLÍTICA. NI COMO AYUDANTE DE CONCEJAL, NI COMO DIPUTADO, NI COMO PRESIDENTE DEL GOBIERNO. PORQUE TODOS ELLOS, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, ESTÁN A SUELDO DE LA CRIMINAL Y GENOCIDA AGENDA 2030, ESA QUE DESDE EL 14 DE MARZO DE 2020 ESTÁ PISOTEANDO A DIARIO Y A LA DESCARADA LOS MÁS ELEMENTALES DERECHOS HUMANOS DE LOS CIUDADANOS ESPAÑOLES.

Carlos Garcés.
12 de agosto de 2025.














"SENATOR". Carlos Garcés.

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