¡OJO CON QUIÉN TE JUNTAS! Por Carlos Garcés.


¡OJO CON QUIÉN TE JUNTAS! Por Carlos Garcés.

Llevo tiempo advirtiéndolo y en este blog personal "Senator" viene recogido y no me cansaré de repetirlo: 

El principio de la decadencia del verdadero movimiento negacionista en España comenzó cuando algunas de sus caras más visibles, personas que en un primer momento actuaron con valentía, claridad y coherencia, y a quienes yo mismo apoyé y aplaudí públicamente, empezaron a tejer alianzas con quienes no compartían ni su espíritu ni sus principios. Ahí fue cuando todo empezó a torcerse.

Como ocurre también en los partidos políticos y en todas las asociaciones humanas, el problema comienza cuando, en lugar de mantenerse firmes en los principios y valores, se intenta sumar y crecer a cualquier precio. Y en la práctica totalidad de las veces ese “precio” es muy alto y se paga con el alma de la causa. Se empieza entonces a mezclar lo personal con lo esencial. Y cuando eso sucede, la causa se contamina.

Porque luchar por una causa superior exige una entrega total, una renuncia consciente a los sentimentalismos, a las lealtades personales, a los afectos mal entendidos.

La amistad, la familiaridad o la simpatía no pueden ser el criterio para decidir con quién se camina. Cuando uno muestra la verdad, no puede hacerlo a medias, ni dejar que vínculos afectivos condicionen el juicio o las decisiones. En estas luchas no hay lugar para amiguismos, ni para “pobrecitos”, ni para “conozco a su familia”. La verdad no tiene padrinos. La verdad exige integridad, no afinidades personales.

Y esto lo sé bien, porque vengo de más de 39 años de experiencia en la empresa privada, en la gestión empresarial real, donde aprendí algo esencial, que las empresas están por encima de las personas. Porque cuando hay un proyecto común, un objetivo superior, no puede depender ni estar condicionado por los afectos, ni por amiguismos, ni por familiaridades. Si se anteponen las relaciones personales al bien general, el proyecto fracasa. Y lo mismo ocurre cuando uno defiende una causa que está por encima de uno mismo. La causa es la que manda, no las emociones ni las lealtades personales.

Cuando se deja entrar a alguien o se une a alguien solo porque es “amigo de” o porque “nos cae bien” o porque “tiene muchos seguidores y contactos”, se abre la puerta a la degradación del discurso.

Entonces surgen los matices, las “sensibilidades”, las palabras medidas, las diplomacias, los giros y lenguajes políticamente correctos. Se empieza a disfrazar el lenguaje para no incomodar, a callar para no herir, a negociar los principios para no romper amistades.

Y con todo eso, los objetivos originales se diluyen. Ya no se lucha por la verdad, sino por mantener equilibrios frágiles. Y es entonces cuando los egos, el interés, el número de seguidores y el “hacer caja” junto a otros intereses oscuros se imponen por encima de los ideales.

Nombres como Fernando Vizcaíno (“ReVelion en la Granja”), Ángel Ruiz Valdepeñas (“Médicos por la Verdad”), Ricardo Delgado (“La Quinta Columna”), Martín Sánchez, Cristina Martín Jiménez  y tantos otros a los que conozco personalmente han seguido ese camino. No hablo desde el resentimiento, sino desde el análisis y la experiencia. He escrito largo y tendido sobre ellos y todo lo que digo lo he demostrado.

Por eso es tan importante discernir y no caer en la trampa de las simpatías personales. Uno puede querer mucho a una persona y al mismo tiempo saber que no debe compartir con ella una lucha que exige pureza, claridad y firmeza. Las causas grandes y justas exigen decisiones difíciles. Y eso incluye dejar de lado la amistad cuando se convierte en un obstáculo.

Porque una sola debilidad, una sola concesión hecha por afecto, puede echar abajo años de trabajo serio.

Como dice el refrán, “todo se pega menos la hermosura”. Y una causa justa no puede permitirse estar rodeada de tibios, de ambiciosos, ni de oportunistas con rostro amable.

La verdad no puede mezclarse con la mentira ni con la media verdad.

Una sola falsedad puede hacer tambalear toda una estructura de verdad construida con esfuerzo.

Y por eso, cuando luchas por algo superior, tienes que saber dejar a un lado incluso a quienes quieres. Porque una amistad, por valiosa que sea, nunca está por encima de la verdad.

Y es justo por actuar así, sin venderme, sin ceder, sin doblegarme ante lo políticamente correcto o lo socialmente cómodo, que a lo largo de estos años me han silenciado. Lo sé. Me han arrinconado, me han dejado fuera. Porque decir estas verdades molesta. Porque va contra intereses instalados y corruptelas demasiado bien protegidas. Pero no me arrepiento. Prefiero la soledad digna a la complicidad cobarde.

Y lo digo con conocimiento de causa;  fui la segunda persona en España que levantó públicamente la voz contra el Nuevo Orden Mundial y la criminal y genocida AGENDA 2030 en 2020. Y puedo afirmar con orgullo que, como he venido haciendo hasta la fecha, por nada ni por nadie, voy a cambiar mi discurso, ni mi forma de actuar, ni mis principios, ni mi forma de ser, cuando se trata de defender valores supremos. Seguiré denunciando a los corruptos y destapando a quienes, desde las sombras o desde los focos, hacen posible esta infamia. La verdad no se negocia. Nunca. Guste o no guste, caiga quien caiga, se llame como se llame y vista como vista.


Carlos Garcés.
17 de julio de 2025.















"SENATOR". Carlos Garcés.

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