NI EN LA GUERRA, NI EN LA VIOLENCIA, LA VIDA NO SE NEGOCIA. Por Carlos Garcés.
Hace pocos días, en una conversación con una fiel seguidora de mi blog personal "Senator", salió un tema delicado pero fundamental. Ella, al igual que yo, está en contra del aborto y de la eutanasia, pero me planteaba si, en casos extremos como una violación, o en el contexto de una guerra, no sería comprensible hacer alguna excepción. Yo no comparto su opinión. Y no solo no la comparto sino que afirmo que precisamente en esos casos límite es donde debemos ser más firmes en la defensa de la vida.
Hay quienes defienden la vida, pero con asteriscos. Quienes dicen estar contra el aborto, pero abren una puerta, por pequeña que sea, para justificarlo en ciertos casos. “¿Y si es una violación?”, preguntan. “¿Y si ocurre en una guerra?”, insisten. Como si el horror de un crimen justificara otro. Como si el sufrimiento de una mujer, por real y desgarrador que sea, se solucionara suprimiendo una vida inocente. NO. NO PUEDE HABER EXCEPCIONES CUANDO SE TRATA DEL DERECHO FUNDAMENTAL A VIVIR.
La vida no se negocia. La vida no admite matices. La vida no depende de las circunstancias de su concepción, ni del dolor que la acompaña, ni de la historia trágica que pueda rodearla. La vida es Sagrada desde el primer instante, desde el momento en que ese nuevo Ser Humano, único, irrepetible, distinto de su madre, comienza su existencia con todo el potencial de una biografía que todavía no ha empezado a escribirse.
¿Que ha sido fruto de una violación? Entonces el crimen es doble, contra la mujer, y contra ese hijo que va a nacer marcado por la violencia. Pero ¿desde cuándo la justicia consiste en matar a un inocente para aliviar el daño que otro ha causado? ¿Acaso ese hijo ha cometido algún delito? ¿Acaso tiene menos Derecho a vivir por haber sido engendrado en el horror? La respuesta es no. Siempre no.
Tampoco en una guerra, cuando se multiplican las barbaridades, se puede justificar el aborto. Porque las guerras, precisamente, son tiempos donde más debemos aferrarnos a los principios innegociables. Y el primero de ellos es que matar a un ser indefenso no puede jamás ser un acto de justicia, ni de libertad, ni de reparación.
Decir que se puede abortar en estos casos es blanquear el aborto. Es abrir la puerta a la pendiente resbaladiza donde ya todo cabe: la compasión mal entendida, la presión social, el victimismo ideológico, la manipulación política. La ley, si quiere ser justa, debe ser clara: no se puede matar a un inocente. Ni aunque sea incómodo, ni aunque sea fruto de una tragedia, ni aunque duela.
¿Y qué hacer entonces con esa mujer violada, embarazada, destrozada por dentro? Amarla. Acompañarla. Ayudarla con todos los medios posibles. Asegurarle que no está sola. Que su dolor no será ignorado. Que esa gestación es dura, pero que ella es más fuerte. Y si no puede quedarse con el hijo, que lo entregue en adopción. Pero que no lo mate.
No es ella la que debe cargar con la culpa del agresor. No es el hijo el que debe pagar con la muerte el crimen del padre. Esa es la grandeza del ser humano: ser capaz de no devolver mal por mal, ser capaz de proteger al más débil incluso cuando todo empuja a destruirlo.
El deber del Estado es defender la vida. Toda vida. Y especialmente la del no nacido. Porque es el más indefenso, el más inocente, el más olvidado. Y porque una sociedad que justifica la muerte del inocente, por la razón que sea, ha perdido el alma.
Por eso digo alto y claro que NO AL ABORTO. NUNCA. BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA. Ni en la guerra, ni en la paz. Ni por pobreza, ni por dolor, ni por violencia. LA VIDA NO ES NEGOCIABLE.
Y una última reflexión necesaria:
No se puede poner al mismo nivel una violación, por atroz, humillante y criminal que sea, con un ASESINATO. Porque el aborto, guste o no decirlo, es la eliminación directa, deliberada y definitiva de un SER HUMANO. Una violación destruye la integridad y la dignidad de una mujer, el aborto destruye una vida. Ambos son males inmensos, pero NO EQUIVALENTES. El primero exige justicia, castigo para el agresor, reparación y cuidado para la víctima. El segundo añade una nueva víctima, el hijo por nacer. LA RESPUESTA A UN CRIMEN NO PUEDE SER OTRO CRIMEN. CONFUNDIR ESTO ES CONFUNDIR LOS FUNDAMENTOS MÁS ELEMENTALES DEL DERECHO Y DE LA MORAL.
20 de julio de 2025.

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