"A veces, solo a veces, te apetece apagar la luz y no ver a nadie, y otras, abres todas las ventanas de tu casa, para que entre la luz a raudales.
Ayer, alguien que no sabía responderme, a algo, me llamó viejo, y yo le di las gracias, por recordármelo, algo que le sorprendió, más que un regueton compuesto por Mozart. Viejo, claro, viejo de edad, de años acumulados, por vivencias vividas, por paisajes contemplados, por besos de amor nunca robados. Viejo en tiempos de reloj de espera enamorada, por noches sin dormir ilusionado. Viejo de recibir patadas y caricias, por escuchar mil músicas hermosas, por pintar, reír, por los silencios de amantes compañías, y por mis propios silencios. Viejo, sí, de vivir apasionadamente, pero joven aún, en saber ilusionarme. ¡ que bien poder llegar a viejo, con esta mochila de experiencias! Amablemente, le miré a los ojos, y le dije: te deseo una vejez como la mía, aunque tú juventud, me da tristeza."
Moncho Borrajo.

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