En esta escena doméstica de la década de los noventa, silenciosa y sin pretensiones, vemos a un Frank Sinatra completamente despojado de luces, de escenarios, de leyenda. Solo queda el hombre: el que se deja acariciar por la vida cuando esta ya se le escapa entre los dedos.
Estos pequeños perros no sabían que su dueño era el artista más influyente del siglo XX. No les importaba que hubiera llenado estadios o conquistado Hollywood. Le lamían el rostro como quien lame una herida invisible, como quien intuye que el amor, cuando es simple y verdadero, es más necesario que nunca al final del camino.
Sí, los animales también aman. También sienten. Pero este vídeo nos recuerda algo más grande: que incluso los más grandes necesitan ternura, y que esa ternura no siempre llega de donde uno espera.
Ojalá quienes hoy presumen de amor por los animales no olviden lo más difícil y urgente, amar al ser humano, aunque no sea perfecto, aunque duela, aunque no siempre devuelva la caricia.
Carlos Garcés.
19 de junio de 2025.
"SENATOR". Carlos Garcés.

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