Castillos en el aire… y en la conciencia. Por Carlos Garcés.



Castillos en el aire... y en la conciencia
Por Carlos Garcés.

Hace unos días una persona me dijo que era un caballero andante, y esto me hizo reflexionar. Me vinieron a la mente varios momentos de mi vida en los que me han dicho que soy un idealista, que no tengo los pies en la tierra, que lucho por causas imposibles de controlar, que debería haber nacido en la época de Cervantes... como queriendo decir que soy un ser quijotesco. Y la verdad es que no les falta razón. Algo de eso hay en mí. Yo, que hasta la fecha he venido sosteniendo ser descendiente del Rey de Pamplona Sancho Garcés, siempre he sentido una profunda fascinación por los castillos, desde niño. No solo los he admirado, los he visitado, los he estudiado, los he sentido como parte de mí. Quizá por eso no me resulta extraño construirlos también en el aire. Están en mi sangre, en mi memoria, en mi forma de mirar el mundo.

Repasando la obra del gran cantautor argentino Alberto Cortez, una de las canciones estrella, entre las muchas que dejó, es Castillos en el aire. Una pieza profunda, poética, valiente. Escuchándola de nuevo, no he podido evitar reflexionar sobre mí mismo, sobre ese afán de justicia que llevo dentro, sobre esa lucha que otros llaman quijotesca, pero que para mí es simplemente una forma de estar en el mundo con dignidad.

Hay canciones que no pasan. Que no se escuchan con los oídos, sino con el alma. Que no envejecen porque nacieron de una verdad eterna. Una de ellas, para mí, es la mencionada Castillos en el aire, escrita por Alberto Cortez en 1970. La escucho y es como si alguien hubiera escrito, sin conocerme, mi retrato interior más profundo. Como si ese “hombre que inventaba castillos en el aire” no fuera otro que yo mismo.

Porque sí, me lo han dicho muchas veces. Que soy un idealista. Que estoy fuera de época. Que vivo peleando batallas perdidas, que voy contra el viento y contra la marea, que no tengo los pies en la tierra, que lucho por causas que no puedo controlar. Y tienen razón. Lo que no saben es que precisamente eso es lo que me sostiene, lo que me define, lo que me mantiene vivo y entero en un mundo que se cae a pedazos entre la mentira, la cobardía y la renuncia.

He elegido luchar. Por las causas justas, por la verdad, por lo que es recto, aunque incomode. Lucho contra el mal, sin matices, sin justificaciones. Y no lo hago por pose, ni por nostalgia, ni por frustración, sino por conciencia. Porque no puedo mirar hacia otro lado. Porque me duele lo que veo. Porque me rebelo ante lo que aceptan los demás con indiferencia.

Y sí, tal vez construyo castillos en el aire. Pero al menos no levanto muros de silencio, ni palacios de hipocresía, ni templos de conformismo como tantos hacen. Mis castillos, si son frágiles, lo son porque están hechos de sueños, no de conveniencias. Y si alguna vez se derrumban, los reconstruyo desde la palabra, la ACCIÓN y la REBELDÍA.

Recuerdo esos versos de Cortez:

“Y construyó castillos en el aire

a pleno sol, con nubes de algodón...

El tiempo le ayudó a ser invisible,

el mundo le obligó a ser como él no era...”

Yo no quiero volverme invisible. No quiero adaptarme a lo que soy incapaz de aceptar. No quiero “ser como no soy” solo para encajar. Prefiero ser señalado antes que rendido. Prefiero que me llamen loco antes que cómplice. Prefiero seguir diciendo lo que pienso aunque eso me cueste todo, porque lo único que no estoy dispuesto a perder es mi conciencia.

Por eso, esa canción es más que música para mí. Es un espejo, una confirmación, una bandera. Me reconozco en su figura. No porque me crea especial, sino porque sé lo que significa caminar solo, no ceder al cinismo, seguir creyendo que las causas nobles existen, aunque el mundo entero se burle de ellas.

No busco premios, ni reconocimientos, ni multitudes. Busco coherencia. Busco dormir con la conciencia en paz. Busco, si es posible, dejar encendida alguna pequeña llama para quien venga después y quiera seguir soñando castillos, no para escapar de la realidad, sino para transformarla.

Y si este mundo me sigue llamando idealista, loco o caballero andante, que así sea. Pero que nunca pueda decir que fui cobarde.

Y quién sabe… tal vez un día, esos castillos en el aire bajen del cielo y se conviertan en hogares reales, construidos con justicia, verdad y conciencia.

Porque a veces, lo que parece imposible... solo necesita que alguien siga creyendo.


Carlos Garcés
26 de junio de 2025











"SENATOR". Carlos Garcés.

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