"IMAGÍNENSE UN PAÍS......" Por Carlos Garcés.

Imagínense un país donde el descuido se haya vuelto costumbre; donde las calles estén pobladas por gentes que parezcan no mirarse en el espejo ni en el alma; donde la ropa les cuelgue sin sentido estético ni respeto por el entorno; donde caminen sin rumbo ni norma, cruzando cuando y por donde quieren, como si el espacio público fuese de propiedad privada.

Imagínense un país donde en el transporte público la convivencia sea un campo de batalla, los modales hayan desaparecido y la cortesía sea una rareza. Transporte en donde se coma y beba sin pudor, dejando tras de sí envoltorios grasientos, restos y migas; donde los pies los ponen en los asientos; donde se habla por teléfono a gritos, usando el móvil sin importar quién escuche o a quien moleste; donde la privacidad haya muerto asesinada por el exhibicionismo vulgar.

Imagínense un país donde en los restaurantes, lugar donde se busca la tranquilidad y el disfrute de un buen ágape, la gente alce la voz sin mesura y dónde reine el bullicio, la conversación estridente, el grito y la falta total de respeto por el entorno.

Imagínense un país donde la gente no circule por las aceras como se debe y donde no se respeten las normas más elementales. 

Imagínense un país donde el silencio sea sospechoso, la cultura se arrincone, el respeto se arrastre, la educación sea un recuerdo y donde los gritos no distingan edades ni contextos. Y lo más preocupante, que este perfil se multiplique, se refleje y se repita en plazas, aceras, estaciones… como si fuera una epidemia social de incivismo y desidia.

Imagínense un país donde los trabajadores cada vez quieran trabajar menos, donde la responsabilidad se diluya y donde, como cliente o como ciudadano, uno sea tratado en los comercios como un animal de granja, un zombi, robot o un ser sin alma, sin atención ni empatía, sin humanidad alguna en el trato.

Imagínense un país donde cada vez haya más tecnología, más automatización y como consecuencia, menos humanidad y respeto por la vida.

Imagínense un país donde ese comportamiento aquí descrito no sea  patrimonio de un barrio, de una clase social o un nivel educativo sino que afecte a todos (cierto que a unos más que a otros) pero a todos sin distinción. Donde el mal gusto, la falta de respeto y el incivismo hayan contagiado y escalado por igual entre las clases populares, medias y altas y donde el ruido, la grosería y el egoísmo se hayan democratizado. 

Imagínense un país donde los ciudadanos sean respetuosos, obedientes, sumisos y aplaudan  al mal representado hoy por la criminal y genocida AGENDA 2030.

Imagínense un país donde las autoridades y los que por su condición deberían poner orden callan, miran a otro lado, o lo permiten todo. No educan, no sancionan, no exigen (y cuando lo hacen es en asuntos que no deberían hacerlo y por otros motivos de control y esclavitud). Donde lo anormal se vuelve costumbre, y la decadencia se institucionaliza con una sonrisa de indiferencia.

Pues bien, ese país existe y se llama 

España.


Carlos Garcés.

2 de mayo de 2025.






"SENATOR". Carlos Garcés.


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