90° Aniversario del Acto Fundacional de Falange Española. 29 de octubre de 1933.




90° Aniversario del Acto Fundacional de Falange Española.

«Por encima de Derechas e Izquierdas... con espíritu de servicio, sacrificio y limpieza moral»


(Con motivo el 90° Aniversario del Acto Fundacional de Falange Española en el viejo Teatro de la Comedia de Madrid; reproducimos el relevante discurso pronunciado por Blas Piñar con motivo del 33° Aniversario de la Fundación de Falange Española, en la Casa Sindical de Málaga el 29 de Octubre de 1966:)


«Al venir de nuevo a Málaga, no para pronunciar un discurso poético y literario, sino para pronunciar un discurso conmemorativo del acto fundacional de la Falange el 29 de octubre de 1933 en el Teatro de la Comedia (...)


He venido a pronunciar un discurso político, a conmemorar XXXIII aniversario de la Fundación de la Falange en el Teatro de la Comedia de Madrid. 

Yo entonces era un niño, era un mozalbete, mi padre, Capitán de Infanteria, no tenia los recursos precisos para que en casa pudiéramos disfrutar de las satisfacciones de un receptor de radio. Y entonces, aquel 29 de octubre, domingo, yo mozalbete,

chiquillo, me fui a casa de don Samuel. Don Samuel era un hombre alto, calvo, de ademanes muy lentos y, además, por añadidura veterinario del municipio. Y me pegué a aquel receptor y escuché las palabras fundacionales de Jose Antonio y noté cómo mi alma infantil se encandilaba y vibraba de rabia y de patriotismo, de coraje y amor al escuchar aquellas palabras convocatorias y fundacionales.Y

me trajo el recuerdo aquel día de otra fecha también recordada de mi niñez; la fecha de un 14 de abril de 1931 en el Pabellón del Coronel Lobregat que mandaba el Regimiento de Infanteria de la Princesa n° 4 de Alicante. Cuando escuchábamos a través de Radio Barcelona la proclamación del Estat Catalá. Aquella jornada ingenua de la República quedó manchada en su raiz y en su base, con aquella proclamación exaltada del separatismo con la cual la República se habia aliado para su nacimiento.


Aquel 29 de octubre de 1933 escuchábamos no una ingenua frustración, sino escuchábamos una fundadisima esperanza y solo este recuerdo de la niñez y de la adolescencia, son los que dejan huella imborrable en las almas y en el espíritu, son los que se esculpen en la vida de los hombres y de los pueblos que tiene conciencia de su propia dignidad. Por eso, yo estoy aquí en este 29 de octubre de 1966, a los 33 años, cuando cambia el perfil y la fisonomía de esta conmemoración aniversario, porque hasta la fecha la conmemoración de 29 de Octubre no consistía en otra cosa, sino en reunir a los militantes del Movimiento en posición de firmes a escuchar el discurso de José Antonio y marchar después a casa luego de entonar con brio el Cara al Sol cuya letra y cuya música tiene, pese a quien le pese, cuerpo suficiente como y como ahora se dice, capacidad de convocatoria.


Ahora el acto ha variado. Y el acto tenia que variar porque la conmemoración del  29 octubre no consiste en sacar de nuestro archivo histórico una página vieja y amarilla. No es solamente una conmemoración de un acto en el pasado, de un acto archivado, anclado y desmayado en la historia, sino que una actualización de su doctrina y de su mensaje; es una puesta en marcha y en vigor con toda su fuerza genesiaca y fundacional.


Aquel no es un acto muerto, sino que

es un acto vivo; y en aquel acto fundacional, lo sabéis muy bien, qué dice Jose Antonio: no fue ni siquiera un acto fundacional de un partido, sino más bien un antipartido. Fue el acto fundacional de un Movimiento, de una dinamica politica e integradora por encima de izquierdas y de derechas. Por encima de la derecha que trataba de monopolizar el patriotismo y

que, en última instancia, ponia el patriotismo al servicio de sus puros intereses económicos. Tenia que superar a la izquierda y aspirar a la justicia social, ya que aquella, también en última instancia, no hacia otra cosa que someter a los trabajadores a la tremenda dictadura del

proletariado. Y por encima de las izquierdas y de la derechas -unas condiciones unilaterales y parciales sin una convicción nacional y de conjunto- se alzaba la Falange no como un Partido sino como un Movimiento. Y en ese Movimiento estaban llamados a integrarse todos aquellos, como decía José Antonio Primo de Rivera en el acto fundacional, que pudieran presentarse en las filas exhibir ante los centinelas vigilantes sus pasaportes en los que no hubiera más que

estas dos cosas: espíritu de servicio, sacrificio y limpieza moral.


Y sino por eso precisamente, porque la Falange no era un partido, sino un antipartido, porque la Falange no era el envés y el revés, sino que era

un Movimiento; un Movimiento de dimensión y estructuras naturales, es por lo que en sus años de política fue integrando a los hombres de buena voluntad, a las comunidades politicas ya constituidas que estaban enhebradas en el mismo hilo en pensamiento. Y así, por esa libertad política, por esa ascética integración, la Falange Española de las JONS, integrando en la Falange de Jose Antonio a las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas, de aquel hombre que se llamó Ramiro Ledesma Ramos y que fundó La Conquista del Estado, en las cuales, a su vez, se habian fundido antes las Juntas de Acción Hispánicas de Onésimo Redondo, el Caudillo de Castilla y el héroe de Navarra.


Y cuando llegó el instante en que ya no cabia la dialéctica fria, la elegancia dialéctica de la que tanto habló José Antonio, cuando llegó el instante en que fue preciso sustituir la guerra fría por la guerra caliente y por la violencia de los puños y de las pistolas porque estaba en crisis el servicio a la Nación, estaba en trance de resolución la conciencia histórica de la Patria, entonces esta accésit dinámica, está política nacionañ e integradora del Movimiento que alzó su primera bandera el 29 de octubre de 1933 en el Teatro de la Comedia de Madrid, tuvo aún que ampliarse más para dar cabida, no con las fórmulas frías de un Decreto que puede ser letra muerta, sino con la sangre caliente de los que juntos combatian en las mismas trincheras, los que juntos eran objeto de la misma persecución dentro del campo marxista, fundiendo con la Falange Española de las JONS aquella vieja Comunión Tradicionalista, aquellos hombres duros, bravos y enardecidos, que durante cien años habían estado combatiendo al liberalismo, no solamente por ser fieles a una dinastía, sino por ser absolutamente fieles a la patria.


Veo en este accésit y en esa dinámica política de la Falange, no como Partido, sino a la Falange como Movimiento fertilizador de la Patria, al que tenían que acudir muchos más. Tenían que acudir muchos e entre los cuales me encuentro yo.


Yo no puedo aquí vanagloriarme y exhibir viejas papeletas, ni viejas boinas, ni viejas camisas. AI integrarme en el Movimiento Nacional, yo no puedo alegar mi permanencia y mi vinculación a la

prehistoria del 18 de julio. A ninguno de los manantiales puros y limpios que contribuyeron a hacer gloriosa y heroica

nacional esa fecha del renacimiento nacional. Yo, amigos no estoy en la prehistoria del Movimiento; estoy en la historia, estoy en el rio que fluye para fertilizar y fecundar y unificar la tierra

social y política de España y que sembró en aquellas fechas históricas su sangrienta unción.


Yo estoy en el Movimiento Nacional por una sola razón de fé; por mi españolia a secas. Yo estoy con el Movimiento Nacional por una sola disciplina: la del patriotismo y la de la verdad; yo estoy con el Movimiento Nacional, porque he merecido la designación, yo estoy con

confianza de su Jefe. Pero, fijaos bien, yo, que no pertenezco ni he pertenecido a ninguno de los grupos políticos que se  dieron cita en la gloriosa jornada del 18 de julio, yo que no puedo esgrimir aqui

ningún pasado de carlista y de falangista -oidlo bien, porque soy miembro del Movimiento Nacional-, yo tengo de tradicionalista todo lo que ese Movimiento ha querido tener de la más vieja pura y

auténtica tradición cspañola, tengo de la Falange todo el sentido del amor a la patria con sentido de perfección que quiso para la Falange Jose Antonio Primo de Rivera.


No haced caso, no haced caso de ese curriculum vitae que publican los periódicos. Esos cursilisimos curriculum vitae que se han publicado y que yo envié sencillamente por obediencia, esos curriculum vitae no hacen naturalmente otra cosa que prorrumpir en alabanzas

del conferenciante o del orador. Estos tipos de imprenta son como tantas veladuras que esconden al hombre auténtico y para emplear en lenguaje de moda, un lenguaje televisivo, es preciso que a ese hombre se le vea en directo, se le oiga en directo por encima toda clasificación, por encima de todo norte, por encima de todo sambenito y por por encima de todo encasillamiento. Por eso yo estoy aquí con vosotros, en esta hora y en esta jornada conmemorativa del 29 de octubre de 1966. Yo pienso como un hombre del Movimiento; yo soy de los que entienden  que la unidad no es la uniformidad.

Pero también soy de los que entienden que la diversidad no es la dispersión; y precisamente porque entiendo que la diversidad no es la dispersión, yo, que soy un hombre del Movimiento pero que no estoy vinculado a ninguno de los grupos que especificamene han entrado en el Movimiento, he querido, a invitación de quien lo ha hecho, hacerme presente alli donde quiera que un grupo leales al Movimiento han podido pronunciar su palabra.


Y por eso yo he estado cinco veces a invitación de los carlistas en actos carlistas, y he estado como hombre del

Movimiento y no como carlista especificamcnte y formalmente, he estado digo dos veces en los actos apoteosicos de Montejurra; y he estado con los carlistas en Cádiz y en Villarreal de Ios Infantes y en el Quintillo. (...)

Yo que he querido hacerme presente en

cualquier acto donde haya sido invitado, he querido también venir aqui, a un acto netamente, típicamente, puramente falangisa, en esta hora de los prófugos, de los cobardes, de los comodones, de los

camaleones que desvisten sus camisas.


En el acto de Montejurra, en medio del delirio, la apoteosis y el entusiasmo de aquella multitud de hombres recios y viriles

que amaban a España, recibí una boina roja impuesta, interrumpiendo el acto, de un antiguo excombatiente. Ahora que tantos se descamisan yo que no he vestido la camisa azul, en esta hora del sonrojo y la desvergüenza, dadme una camisa azul que yo me la pondré.


Y esto puedo permitirmelo que o por tres razones fundamentales: en primer lugar, porque entiendo, como os decía, que la unidad no es la uniformidad, pero que la diversidad tampoco es la dispersión y no puedo ni estaré con aquellos que gritan al final de ciertos actos públicos: «¡Falange, si! ¡Movimiento, no!»; o con aquellos otros que han tratado, sobre todo han tratado más que tratan, de poner al carlismo en la frontera, marginándolo como puro espectador del quehacer político de España.


En segundo lugar, porque quien os habla puede permitirse también el lujo de oir a todos estos grupos desde fuera o desde dentro: desde fuera, porque no pertenece a ninguno de ellos; desde dentro, porque me siento copartícipe y solidario de todo lo común y sustantivo que en ellos vive y alienta. Y estaré siempre donde haya un grupo de hombres y mujeres, allá donde haya un brote de comunidad política, que sea íntegramente leal a los Principios Fundamentales del Movimiento. Estaré yo, porque es la hora de la realidad y es la hora de la reunión, si no estaríamos en esa noche de crápula, repugnante y asquerosa de que hablaba elegantemente Jose Antonio Primo de Rivera.


En tercer lugar, porque yo, permítanme que lo diga, yo no soy un hombre gubernamental. No tengo ningún cargo en el gobierno; yo estoy al margen de la nómina oficial, pero yo soy un hombre del Movimiento y esto me da ahora una tremenda libertad de expresión. Una libertad de expresión que quizás no tengan los hombres del Movimiento a la vez hombres gubernamentales, los cuales, en muchas ocasiones y ante ciertas circunstancias, tendrán que morderse la lengua cuando les reviente de rabia y de coraje el corazón. (...)


Yo os confieso que yo, que no tengo más procedencia que la estrictamente católica, he recibido una gran lección, una inmensa lección, una lección permanente, una lección, valga la frase aleccionadora. Porque en esta hora de los enanos, como si hoy Jose Antonio estuviera aquí para repetirla, en esta hora de los seudointelectuales, en esta hora de las cobardías, en esta hora de las miserias, en esta hora precisamente, quien me ha dado a mí un ejemplo, yo que procedo solo y exclusivamente del campo católico, quien me ha dado a mí un ejemplo no han sido precisamente los hombres que proceden de mi campo, los hombres que hoy tratan de justificar sus deslealtades y sus cambios de postura política con ropaje conciliar. A mí me ha dado esta lección aleccionadora un hombre de la Falange que se llama José Antonio Girón de Velasco que ha sabido guardar con gallardía el silencio que le imponía a un tiempo su lealtad y su rebeldía, su patriotismo y su amor a Franco y a España. Y no puede extrañarnos entonces que un colaborador político íntimo de José Antonio, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, hoy Vicesecretario General del Movimiento, haya tratado de dar una fisonomía distinta a esta conmemoración aniversario del 29 de Octubre, porque hasta la fecha, yo, Consejero Nacional duranter dos etapas, nunca recibí una consigna de nuestra Secretaría General del Movimiento porque esa Secretaría General del Movimiento perdóname que te lo diga como Jefe Provincial del Movimiento más que Secretaría General del Movimiento parecía que era la Secretaría del Inmovilismo y la Secretaría de la Funeraria de Enterramientos.


Era necesario que alguien que no hace otra cosa que reflejar en público el espíritu y el pensamiento de José Antonio Girón, un falangista auténtico de verdad, nos diese al fin la orden y la consigna de levantar sobre este monumento funerario y conmemorativo un acto actual de vigencia política que dijese que la Falange y el Movimiento y las fuerzas del Movimiento viven, se mueven y actúan. 


Y es precisa esta actuación en la hora presente, porque no nos podemos engañar con el lenguaje romántico de fábula de los que tratan por procedimientos suaves y untuosos de disfrazar las dificultades tremendas de la obra. Es preciso decir con toda valentía y con toda lealtad, la valentía que la lealtad exige, la lealtad en serio, lo que ocurre hoy en nuestra Patria. Estamos asistiendo a un fenómeno progresivo de desnacionalización, de despolitización, de desarme general de nuesmo pueblo. Estamos asistiendo con nuestra pasividad al espectáculo vergonzoso de un Estado que abdica de su propia filosofia política que no ha sido solamente fruto de la abstracción o del gabinete de estudios de un hombre que se llamó José Antonio, sino que está construido sobre su sangre y sobre la sangre de los muertos. El Estado no pude ser espectador pasivo de la lucha política; el Estado tiene que ser beligerante en el mejor sentido de la palabra, no al servicio de una política de partido, sino al servicio de la política consustancial con la continuidad histórica de nuestra Patria. El Estado no puede abandonar sus posiciones de Partido. El Estado no puede convertirse en una fría administración, una rápida administración, una limpia, pura y honesta administración. Pero no olvidarlo; la administracióna solamente es técnica de instrumento al servicio de una política. En otro caso no sería más que un parche, como decía José Antonio, no sería otra cosa que un costurón. La mejor administración política cuando no tiene de política más que el nombre y nada de sustancia, el enemigo con rapidez se apodera de ella y la pone a su servicio. E igual que el armamento y los cañones y los ejércitos de cobardes en que no existe moral en los combatientes; que el mejor armamento se pone al servicio del enemigo que tiene un ideal y que sabe morir combatiendo por esos mismos ideales.


Por otra parte, estamos asistiendo a un fenómeno de despolitizacion dirigida desde el Gobierno que aspira a desnacionalizar los sindicatos, afectando a lo sindical y olvidando lo nacional. Y mientras que por una parte se nos pide un lenguaje mucho más demagógico que auténticamente revolucionario, la nacionalización del crédito y de la banca, la nacionalización de las industrias fundamentales, Ia nacionalización de las minas, se aspira desnacionalizar los sindicatos para que el sindicalismo español vertical y joseantoniano se convierta en un sindicato horizontal de lucha de clases manejado, no por el Estado, no por España, sino manejado por el partido comunista.


Es el Gobierno, por otra parte, el que al abandonar su propia filosofia política, al convertir su tarea en una pura y simple administración, aun cuando sea rápida y honesta, centralizada y planificada, a veces, por desgracia, es el que no se da cuenta de que se está convirtiendo en una rueda loca y vacía, de una parte porque le atacan los enemigos del Movimiento porque en ese Gobierno y en la fachada formal de un Estado que nació de la Revolución y de la guerra; y de otra parte esta también meta y blanco de los ataques de los amigos del Movimiento por las trincheras que va entregando día a día al enemigo. (...)


Para esto, para que este proceso no continúe, para que el Estad sea fiel a la Cruzada del Movimiento, a la guerra, a la revolución, a su propia fisonomía política; para que sea fiel a aquel pensamiento joseantoniano que quería enraizar el pensamiento revolucionario en las capas más sanas de la tradición española todo el joven impulso, limpio y revolucionario y social de la Falange, para todo esto hemos de pedir señores, que, por lo menos se nos de la doctrina de los nuestros. 


Yo me atreveria aqui a parafrasear un pasaje de San Lucas, cuando recuerda las palabras de Cristo: «vosotros -decía-matasteis a los profetas y vuestros padres y vosotros, fariseos estáis labrando su sepulcro». Podríamos decir, nuestros enemigos mataron a nuestros profetas, pero sois vosotros, los que aparentais ser nuestros, los que estáis levantando su sepulcro para que ni siquiera conozcamos sus despojos, no sea que, viendo sus despojos  estemos dispuestos a seguir su doctrina. Yo no he venido aquí, lo he dicho muchas veces, a levantar niguna bandera. Las banderas están levantadas, son vuestras mucho más que mías. Yo he venido a poner mi brazo modesto y mi palabra humilde al servicio de vuestras ideas y de vuestras banderas. Aceptadlas si queréis, pero, en cualquier caso, solo o acompañado, con el Gobierno o sin el Gobierno, en el Movimiento, con la Falange, con la Tradición, con el Ejército, con todas las fuerzas sanas del país, con todo lo que tiene garra y nervio, juventud y coraje, ímpetu y denuedo, yo estaré hasta el último aliento de mi vida. Estoy dispuesto a todo, a entregarlo todo, porque esta España vuestra y nuestra no se me fuera y sobre todo porque no se nos arrebate.


Yo os convoco en nombre de esa viejas, permanentes y juveniles banderas, a continuar trabajando y luchando, a recorrer las tierras de la Patria, de esta Málaga, de esta Costa del Sol llena de luz. Que esta luz os embriague de amor y de patriotismo, que estas banderas sugestivas convoquen a la juventud eterna y permanente de esta España digna en el mundo, de esta España joven y eterna, de esta España única e irrevocable, de esta España que ha de vencer todos los separatismos que se pelean; el separatismo del hombre, con la confusión de las ideas; el separatismo de las clases, con la lucha social; el separatismo de las tierras, con la separación de la unidad de la Patria.


Yo os convoco a todos para seguir a estas banderas, para seguir a los lemas imborrables que nos convocan a seguir batallando, trabajando, sufriendo y muriendo por la Patria, por el Pan y la Justicia, por la Unidad, por la Grandeza y por la Libertad de España.


Camaradas, ¡Viva Franco! ¡Arriba España!»


- Blas Piñar, discurso del XXXIII Aniversario de la Fundación de la Falange, Casa Sindical de Málaga 29/10/1966.


Foto: Blas Piñar sobre una emblemática representación del yugo y las flechas, en alguno de los diversos actos falangistas o del movimiento 


Espacio doctrinal Blas Piñar 

Comentarios