Estudios científicos de la Catedrática de Biofísica, la Dra. Beverly Rubik, evidencian la estrecha relación entre el 5G y la COVID.

 

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Estudios científicos de la Catedrática de Biofísica, la Dra. Beverly Rubik, evidencian la estrecha relación entre el 5G y la COVID

Un equipo científico estadounidense dirigido por Beverly Rubik, catedrática de biofísica, ha desarrollado una investigación para estudiar el vínculo entre la tecnología 5G y la COVID.

 

Rubik ha estado estudiando desde el año 2014 los efectos de la radiación de la telefonía inalámbrica en las células humanas, descubriendo que sus efectos más nocivos tienen lugar en la sangre, la cual, en vez de circular libremente en los capilares, se vuelve pegajosa, con una clara tendencia a formar coágulos. Como consecuencia, las radiaciones electromagnéticas contribuyen a crear problemas cardiovasculares, con ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

En el «abstract» del informe científico, afirma que «la política de salud pública COVID-19 se ha centrado en el virus SARS-CoV-2 y sus efectos en la salud humana, mientras que los factores ambientales se han ignorado en gran medida. Al considerar la tríada epidemiológica (agente-huésped-entorno) aplicable a todas las enfermedades, investigamos un posible factor ambiental en la pandemia de COVID-19: la radiación de radiofrecuencia ambiental de los sistemas de comunicación inalámbrica, incluidas las microondas y las ondas milimétricas.

 

En este estudio, examinamos la literatura científica revisada por pares sobre los efectos biológicos perjudiciales de la radiación de radiofrecuencia (RFR) e identificamos varias formas en las que la RFR puede estar contribuyendo al COVID-19 como cofactor ambiental tóxico. Concluimos que la RFR y, en particular, el 5G, que implica la densificación de la infraestructura 4G, ha exacerbado la prevalencia y la gravedad de COVID-19 al debilitar la inmunidad del huésped y aumentar la virulencia del SARS-CoV».

 

Como se ve, esta investigación afirma que la red 5G aumenta la gravedad de la pandemia, dando por supuesta la existencia del virus SARS-COV-2, cuyos efectos se ven potenciados por la telefonía inalámbrica, sin decir en ningún momento lo que afirman otros investigadores: no existe ningún COVID, ya que la supuesta pandemia no es sino un enfermedad causada directamente por las radiaciones 5G, y el virus ha sido un montaje para camuflar la perversidad de esta telefonía inalámbrica. ¿Es casualidad que el 5G y el COVID hayan coincidido exactamente en el tiempo, que, mientras estamos confinados, se hayan instalado multitud de torres 5G?

La investigación se ha fundamentado en más de 250 informes de estudios revisados por pares, entre 1969 y 2020, que tenían como objetivo analizar los efectos biológicos de las radiofrecuencias. Asimismo, también ha utilizado información sobre estudios de fisiopatología desarrollados a través de COVID en el año 2020, realizados por Robert Brown, y también ha incluido en su estudio informes de investigación de la sociedad civil, analizando los casos en que se produjo una contingencia de enfermedades sobrevenidas cuando grupos de personas estuvieron expuestas a radiación electromagnética.

 

Los estudios de Rubik y Brown se analizaron separadamente, y posteriormente se comparó la fisiopatología del COVID con la exposición a radiación, encontrando y organizando cinco categorías: cambios sanguíneos y vasculares, estrés oxidativo, sistema inmunológico, aumento de los niveles de calcio, y arritmias cardíacas.

Con esta metodología, se completó el primer estudio de investigación en el mundo sobre el vínculo entre el COVID y la radiación inalámbrica, con el título de «Evidencias de una conexión entre el COVID y la exposición a la radiación de radiofrecuencia de las telecomunicaciones inalámbricas, incluidas las microondas y las ondas milimétricas».

 

La sintomatología del COVID muestra un cuadro clínico que va desde los típicos efectos gripales, hasta una severa dificultad respiratoria, mediante una neumonía que muy poco tiene que ver con las típicas de neumonías causadas en por virus respiratorios, ya que se caracterizan por ser bilaterales e intersticiales, características que la catalogan como una «neumonía especial», pues es provocada por la presencia de coágulos sanguíneos en los intersticios pulmonares, aquellas zonas donde hay mayor irrigación sanguínea.

En efecto, el síntoma más característico del COVID es la hipoxia, es decir, la presencia de niveles insuficientes de oxígeno, que se ha comprobado en hasta un 80% de los pacientes con dificultad respiratoria en las unidades de cuidados intensivos. Esta hipoxia, motivada por la falta de oxígeno en los pulmones, es la causa de las dificultades respiratorias, como lo ha demostrado la práctica médica en los hospitales, y, en especial, como lo pusieron de manifiesto las primeras autopsias realizadas en Italia.

 

Esta etiología indica claramente que la enfermedad no es de naturaleza vírica, sino más bien de naturaleza bioquímica. Los organismos son seres electroquímicos, y por ese motivo las radiaciones inalámbricas pueden interferir con muchas funciones fisiológicas. Varios estudios muestran como efectos nocivos de electromagnetismo la carcinogénesis, daños al ADN, cambios en el sistema reproductivo, trastornos neurológicos, etc.

 

Un amplio corpus de literatura científica revisada por pares en todo el mundo ―que abarca más de 5000 estudios―, ha probado durante décadas los efectos biológicos dañinos de la exposición a la radiación electromagnética, lo cual es todavía más ostensible en el caso de las radiaciones del 5G, por su gran potencia y su carácter de ondas milimétricas, con mayor capacidad de penetración. Las enfermedades de etiología causada por radiofrecuencias se han documentado desde los tiempos de la invención del radar, hasta el punto que los científicos rusos hablan de «enfermedad de las ondas de radio».

El fenómeno más impactante de estos efectos perjudiciales de las radiaciones electromagnéticas es que la sangre se coagula y se vuelve pegajosa, causando coagulaciones vasculares, y disminuyendo la oxigenación de los órganos internos, incluido el cerebro, justo los mismos efectos que produce el COVID: ¿casualidad?

 

En la tabla adjunta se muestran los síntomas comunes del COVID y los correspondientes efectos biológicos adversos de la exposición a EFM:

En su conclusión, el informe añade que «la RFR es un factor de estrés ambiental omnipresente que contribuye a los resultados adversos para la salud del COVID-19. Invocamos el principio de precaución y recomendamos encarecidamente una moratoria en la infraestructura inalámbrica 5G en este momento crucial para ayudar a mitigar la pandemia y preservar la salud pública hasta que se definan y empleen los estándares de seguridad gubernamentales para la exposición a RFR basados en investigaciones actuales y futuras».

 

Beverly Rubik es doctora en biofísica en la Universidad de California. Ha escrito más de 90 artículos científicos, interviniendo asimismo en programas de televisión. Ha recibido varios premios internacionales, y es la directora y fundadora del «Institute for Frontier Science» (1996). Su campo de investigación es la energía, humana, el electromagnetismo, la curación y la medicina energética.

Para ver el estudio científico: https://osf.io/9p8qu

Artículo extraído de: alertadigital.com

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