DEMOLEDORA CARTA DE UN MÉDICO AL PRESIDENTE DE LOS MÉDICOS ESPAÑOLES EN RELACIÓN A ESTA GRAN MENTIRA DEL COVID 19.

Rafael Gazo Lahoz

 CARTA ABIERTA al Señor Serafín Romero Agüit, presidente del CGCOM.

"Ilustre colega: 
Usted es el presidente de todos los presidentes de todos los ilustres colegios de médicos de España, le escribo con la sana intención de aclararle algunos puntos sobre la nota que la organización que preside ha hecho pública el pasado jueves 27 de agosto de 2020. 
Yo, le adelanto, sólo soy un médico de familia jubilado desde 2015, y al parecer pertenezco también a esa nueva especialidad de “médicos negacionistas”. 
Creo, que terminé mis estudios de medicina unos años antes que usted, y digo creo, puesto que no he conseguido averiguar su fecha de licenciatura. La mía fue en 1974. 
También veo que ha ejercido con el título de especialista de MFYC, exactamente igual que un servidor. Yo obtuve ese título previo examen en 1990, cuando ya contaba 40 años y lo ejercí, casi siempre con el cargo de coordinador médico de mi Centro de salud en Zaragoza durante los últimos 25 años de mi vida profesional, hasta que el sistema me jubiló por edad. Y lo hizo en contra de mi petición, apoyada por muchos de mis pacientes, de seguir ejerciendo unos años más. 
He querido darle estos datos y me he permitido dirigirme a usted en esta carta abierta, puesto que me he sentido aludido por ese escrito que su organización, y la mía (ya que soy colegiado desde 1974) ha hecho pública. 
Hablando de colega a colega, y más con la misma especialidad, quizá la más compleja y extensa de todas, el entendimiento debería de ser más sencillo, puesto que los dos estudiamos materias muy similares y de forma muy parecida. 
Para finalizar este preámbulo decirle que en mis 41 años de profesión no he tenido ningún conflicto serio con la administración, y mucho menos con mis pacientes, al margen de discrepancias superadas en algunos aspectos.
Llevaba 5 años jubilado cuando comenzó esta pesadilla, (yo la vivo así), como lo hacen millones de españoles. Y pasé de disfrutar de mi merecido descanso haciendo lo que me gustaba, a intentar, con la única arma que tengo; el lenguaje escrito y hablado, mostrar mi discrepancia por la gestión de la misma.
Cuando se presentan situaciones nuevas y agresivas, a uno al principio le domina el estupor, pero luego a esa sorpresa le sigue la REFLEXIÓN.  
Por eso, tras unos primeros días, donde el bombardeo de noticias era incesante, y los datos muy preocupantes, comencé a sacar conclusiones sobre las medidas que se estaban tomando para frenar la nueva pandemia.  
Usted que ocupa y ha ocupado cargos tan importantes y de tanta responsabilidad imagino que, con una visión más amplia que la mía, también habrá sacado muchas conclusiones. ¿No es cierto? 
Me permitirá y disculpará robarle un poco de su valioso tiempo para poder expresarme con detalle, puesto que en el escrito de la organización que preside se refiere a puntos diversos que precisan bastantes aclaraciones, y además en dicho escrito se vierten amenazas de expedientes sancionadores a los colegiados que “pongan en riesgo la salud de todos”.
Mire, le voy a ser muy sincero, y le voy a confesar la principal causa que me decidió a enfrentarme a la normalidad institucional desde mi pequeño foro de Facebook, que en aquellas fechas leían escasas 15 personas. La decisión surgió cuando vi a la policía, sujetar violentamente a una chica que gritaba angustiada, y cuyo delito había sido salir a correr libremente, hacer algo de deporte, llenarse los pulmones de aire limpio, reforzar en definitiva, como usted sabe, su sistema inmunitario, la mejor arma para luchar contra cualquier proceso infeccioso en general y viral en particular. Y lo que más me decidió no fueron los lastimosos gritos de la pobre chica, sino los acusadores y agresivos insultos que los después denominados ”policías del visillo” lanzaban sobre ella. Si unos ciudadanos, pacíficos y normales hasta entonces, eran capaces de insultar gravemente a una chica por el simple hecho de correr por su barrio, algo MUY GRAVE estaba pasando en España. 
Le pregunto; ¿Usted cuando estudiaba, estoy seguro que las mismas materias que yo, escribió en sus apuntes o leyó en algún libro de Medicina que para frenar una pandemia hay que “confinar” a los sanos? ¿A millones y millones de ellos? Estoy seguro de que no; en mis libros y en mis apuntes no consta dicha medida. 
 Y sabiendo eso; ¿Cómo es posible que  su “código deontológico” y su buena praxis, no le impulsaran a llamar al filósofo ministro de Sanidad, para decirle que lo que estaba haciendo era una auténtica falacia científica? Que así, confinando en sus casas a millones de personas sanas, y por ende  destruyendo la economía de un país por años, no se tratan las pandemias. Y hablo de ese cacareado código que al parecer, los que ustedes llaman  “médicos negacionistas” transgredimos a diario. 
Usted, ilustre colega, habla por extensión al dar el visto bueno al escrito, de que las “críticas deben de estar basadas en la evidencia y en el conocimiento experto, para no poner en riesgo la salud de todos”. 
Usted entonces considera, por ejemplo en mi caso, que mis conocimientos no son suficientes, tras 41 años de ejercicio de la Medicina y 6 de carrera, como para pensar por mí mismo, y criticar ciertas decisiones, que como la primera descrita, (confinamiento de millones de personas sanas)  contravienen la propia ciencia.
 Los conocimientos suyos y los del propio ministro de Sanidad, licenciado en Filosofía, deben de ser mucho más amplios. ¡Ah! Claro, es que al señor ministro le asesoran ese “comité de expertos” a los que todos estamos deseando conocer…
Usted asegura que ciertas afirmaciones de esos médicos críticos, entre los que me incluyo, generan “alarma social”.  Para mí, sin embargo, es el intensísimo ataque propagandístico sobre un enemigo invisible y desde hace más de seis meses, el que no sólo alarma a la población, sino que la llena de auténtico TERROR.  Y con miedo, una población no sólo es imposible que sea feliz, sino que además es muy difícil  que pueda sobrevivir con un mínimo de dignidad. 
Usted asegura también que ciertas medidas “sencillas” son indispensables para frenar la pandemia. Como mantener la distancia de seguridad (2 metros dice), lavarse repetidamente las manos, evitar espacios cerrados, y usar “adecuadamente” las mascarillas. Primero le pregunto; ¿Hasta cuando, por ejemplo, debemos de permanecer alejados de los otros humanos? ¿Indefinidamente? Lo digo, porque si la respuesta es positiva, mal van a crecer en el respeto y en la amistad hacia sus semejantes nuestros hijos y nietos, si ven a los que son como ellos como potenciales peligros y como potenciales enemigos. Y en el caso de los adultos mal vamos a perpetuar nuestra especie si no podemos rozarnos, besarnos, amarnos… 
O si su respuesta es idéntica a la que me dio nuestro colega el presidente del ilustre colegio de médicos de Cantabria; “hasta que tengamos la vacuna”, decirle igualmente que espero que la ciencia haya avanzado de manera exponencial en los últimos meses, puesto que para que una nueva vacuna sea fiable, testada suficientemente, segura, y sobre todo eficaz, a veces y usted lo sabe igual que yo, hacen falta años e incluso décadas de trabajo intenso. Y en ocasiones, a pesar de una profunda investigación, es imposible obtener ninguna vacuna. Le pongo un ejemplo sencillo: el SIDA no tiene vacuna, y esa enfermedad salió a la luz hace cuatro décadas.  También me permito recordarle que la vacuna de la gripe, que yo me ponía cada año y recomendaba a mis pacientes, se ha demostrado poco eficaz, puesto que a pesar de ella, los muertos anuales por gripe se cuentan por centenares de miles en el mundo, y a veces por decenas de miles en nuestro país. Y le recuerdo que el virus de la gripe (Influenza) comparte muchas características con el de la Covid 19 (Sars- cov-2).
Respecto al tema del uso “adecuado” de las mascarillas, ¿a qué se refiere? A lo que decía usted el miércoles 26 de febrero del año en curso en “REDACCIÓN MÉDICA”…
“El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) ha remitido una nota de prensa para informar a la población general ante la evolución del coronavirus (Covid-19). En ella, los médicos se hacen eco de uno de los grandes temas de actualidad, el uso de mascarillas. A este respecto, los médicos aseguran que "las mascarillas no sirven de nada al aire libre ni tampoco en lugares del mundo donde no hay transmisión local".
Imagino que se referirá a esa nota, puesto que estoy convencido de que sigue pensando lo mismo. ¿O después reflexionó?, y al hacerlo se dio cuenta de que esa ley insoportablemente ridícula, sin embargo es deontológicamente positiva. Esa ley por la cual, para no transgredirla, un español que suba a una montaña o pasee por una solitaria playa, debe de llevar una mascarilla que le tape la nariz y la boca.
Y ya puestos; ¿también cumple el código que tanto nombra, el hecho de que los médicos de Atención Primaria, atiendan por teléfono incluso las primeras consultas, con el enorme riesgo que ello conlleva?  Imagino, ilustre colega, que sabe perfectamente que en los propios estatutos de los colegios de médicos esa acción se registra como una grave transgresión del código y una mala praxis. ¡Ah! Claro que la terrible situación de la pandemia, así lo aconseja ahora. Sobre todo ahora, en una fase totalmente plana de la misma, en la que hay que buscar a los enfermos a base de hacerles pruebas diagnósticas como la de Reacción en Cadena de la Polimerasa, que ustedes aseguran es patognomónica para la enfermedad denominada Covid19. 
¿También cumple el famoso código el hecho de que en la fase aguda de la pandemia, se llegara a aplicar el triaje de guerra, como en algún vídeo de reuniones grabadas en hospitales de Madrid, se relata con detalle? En él se aclara, que las variables de EDAD y ESPERANZA DE VIDA, son claves para usar o no las UCIS de los hospitales. Y en él  se dice que los ancianos de las residencias no entran en ese triaje, y sólo se les tratará con antibioterapia sin desplazarlos en ningún caso a los hospitales… Y ya sabemos el resultado de la aplicación de ese triaje. 
España, la nación con mejor infraestructura para la realización de trasplantes, fue incapaz, aquellas semanas de pico de epidemia, de utilizar toda la red de hospitales, muchos de ellos infrautilizados en otras provincias, para absorber enfermos de capitales saturadas. ¿La CGCOM que usted preside hizo algo al respecto?
¿Y qué decir, del silencio de usted, ante la prohibición expresa de realización de autopsias, al catalogar a los muertos por Covid 19, de cadáveres clase II?  ¿Cómo es posible que los ilustres colegios no pusieran el grito en el cielo ante semejante barbaridad científica? ¿Cómo es posible que se pueda avanzar en la solución de una enfermedad letal sin el estudio detallado de los muertos que ocasiona? ¿Cómo mejorar la terapia de la misma para disminuir esa letalidad, sin estudiarla? Y sobre este tema en concreto tengo una base muy sólida, puesto que desde 1977 a 1979, realicé un par de cientos de autopsias, al ejercer como residente de anatomía patológica en la hermosa ciudad de San Sebastián. 
Sé que esta carta es muy extensa, quizá demasiado, pero también lo son sus acusaciones. 
Intentaré ir terminando…
La OMS a la que tanto recurre usted para atacarnos a los  colegiados críticos, define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. ¿Usted, cree, está seguro que aplicando las medidas que aplaude y refrenda, los más de 47 millones de españoles van a gozar de una buena salud? Y, no me diga que mejor se está aterrorizado y molesto que muerto… Porque si me dice eso, entonces empezaremos a hablar de cifras y estadísticas y la carta se haría eterna. Le remito simplemente a que las repase y compare con otras enfermedades y pandemias. 
También me permito rogarle que luche por el hecho de que en nuestro país se cree, se unifique para todo el territorio, una HISTORIA CLÍNICA ÚNICA para todos los habitantes. Así se evitarían miles de pruebas clínicas repetidas y retrasos diagnósticos que a veces pueden significar vidas. 
Ahora ya si termino. 
Señor Serafín; nunca sentí la necesidad de colgar en mi consulta ni en mi casa ninguno de mis títulos ni diplomas , pero hace unas semanas tuve que publicar en mi muro de Facebook algunas fotografías de los mismos. ¿La causa? Personas dudaban seriamente de mi profesionalidad, igual que lo hace usted y todos los que preside. Por eso, imagino, me están “investigando”, a mí y a otros que piensan más o menos como yo. Yo no soy ningún negacionista, al contrario; “Afirmo la falta de evidencias científicas en muchas de las medidas que ustedes llaman sencillas y esenciales”, y niego la existencia de datos irrefutables que las justifiquen”. 
Espero que no le haya sido farragosa de entender esta extensa carta, le puedo asegurar que intentar comprimir en cuatro folios una contestación a semejante escrito amenazante del consejo que usted preside es muy complicado. 
Y si tras leerla, su Comisión Permanente decide abrirme expediente por mi actuación, esa que genera “alarma a la población y peligro para la salud de todos” le diré lo siguiente. Estaré orgulloso de ese expediente y prometo enmarcarlo y colgarlo en mi salón o dónde el destino me lleve… Trabajé para la Medicina pública durante más de cuatro décadas intentando mejorar la salud de mis semejantes, y, sin haber sido un santo, ahora desde este otro papel, sigo intentando lo mismo, aunque a usted le cueste entenderlo. 
Atentamente: 
Rafael Gazo Lahoz, médico jubilado especialista de MFYC, colegiado en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de mi ciudad natal (Zaragoza) con el número 7965-5
En Santander, ciudad donde vivo, a 29 de agosto de 2020."

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