JUAN-MANUEL DE PRADA, REFLEXIONES.


JUAN-MANUEL DE PRADA, REFLEXIONES.
"Lo primero que tiene que hacer uno es protegerse fortaleciéndose espiritualmente"

"P. ¿No es imposible resistirse a la fuerza de la corriente?
R. Remar a contracorriente cansa mucho, pero sólo quien nada a contracorriente sabe que está vivo. Quien se hace el muerto es arrastrado y piensa gilipollezcamente que está vivo, pero se equivoca. Para mí este es el principio de salud mental. Los caminos de la heterodoxia son diversos y fecundos. En lo que no veo ninguna fecundidad es en el sometimiento a los paradigmas culturales de la época que te ha tocado vivir. Y mucho menos en una época terminal como esta.
P. Es lo que dice Camille Paglia.
R. Es una realidad. Se percibe claramente. El desfondamiento de lo que antaño se llamaba civilización occidental es evidente y a nadie se le escapa.
P. Pero la postura heterodoxa conduce al desprestigio.
R. No le demos excesiva importancia. El desprestigio no deja de ser una percepción que otros tienen sobre ti. Un espejismo, como el éxito. Lo primero que tiene que hacer uno es protegerse fortaleciéndose espiritualmente. Es fundamental. Si hoy día tantas personas tienen enfermedades y trastornos ligadas al espíritu, lo que los antiguos llamaban melancolía y hoy llamamos depresión, es precisamente porque la percepción que el mundo tiene de nosotros nos golpea violentamente y nos hunde, nos hace trizas. Uno tiene que saber atrincherarse. Hay que salir de las redes sociales. Hay que mandar a tomar por saco el ruido ambiental. Uno tiene que llevar una vida al margen de las reacciones que provoca lo que uno ha dicho. Esto es muy sano. Vivimos en la época más formidablemente tiránica de todos los tiempos en este sentido.
R. ¿No conduce eso a la soledad?
P. En cuanto a la soledad, ¿sabes lo que pasa? Que cuando te mandan al desierto descubres que en el desierto hay muchos amigos, ¿sabes? Descubres que el desierto está poblado por muchos eremitas como tú. Y un día enciendes una hoguera en el desierto y se apuntan unos cuantos amigos alrededor de ella, y lo vives con una alegría que no pudiste encontrar en la ciudad de la que te han expulsado. Pero es que, además, la gente que se va congregando en torno a esa hoguera va creciendo y entre tanto la ciudad se va quedando vacía. Hay una frase preciosa de Unamuno sobre Don Quijote, donde le compara con una voz que clama en el desierto. Pero dice: no, porque esa voz al final se convierte en una semilla que poco a poco convierte ese desierto en algo habitado. Hay que apartarse del vértigo banal en el que vivimos. El escritor tiene que ver el mundo desde una atalaya. No puede estar metido en el barullo, porque allí te van a sobornar y a corromper"

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