LOS ACOMPLEJADOS DE VOX



Los de Vox sacan al pepero acomplejado que llevan dentro: Ni Abascal ni su banda de pijos oportunistas acuden al Valle-

Luis Alfonso de Borbón, junto a varios participantes en la protesta contra la exhumación de los restos del Franco, en el Valle de los Caídos
Otra vez acertamos de lleno. No hay mejor retrato que se nos dé mejor que el del alma humana. Dijimos y hoy reiteramos con la razón de los hechos que Vox fue creado como coartada del PP para controlar las desafecciones y conducirlas al redil donde terminan amansándose las fieras disidentes de la derechona liberal española. Por si alguien tenía alguna duda, la ausencia de dirigentes de Vox en la peregrinación al Valle de los Caídos prueba la escasa o nula fiabilidad de estos expeperos que siguen sin atreverse a salir del armario.
Pese a lo mucho que hoy estaba en juego, Santiago Abascal ha seguido
los acontecimientos desde su cuenta de twitter, sin atreverse a dar la cara. Que una cosa es dar la matraca con el tema catalán y otra bien distinta nombrarle a Soros la bicha. Ya se sabe lo que representa Franco para el globalismo sionista que defiende con tesón fanático el “voxero” Bardají. Hasta donde sabemos, nadie de la cúpula de VOX ha acudido al Valle. Los complejos ideológicos que padecen han sido heredados del PP.
Felizmente sí estuvo Luis Alfonso de Borbón, al que muchos identifican ya como el Caudillo del Tajo del que hablan las profecías. Luis Alfonso dio el paso que Abascal ha evitado. Y lo ha dado por dignidad con su apellido y por agradecimiento al hombre al que su familia tanto debe.
Santiago Abascal, por contra, evita que se le identifique con la derecha disidente y refractaria a la mafia globalista. No sabemos por qué, salvo que cifre sus expectativas políticas en el aval de Soros, lo que para un oportunista como él no sería mal negocio.
Abascal está contando con la protección de grupos mediáticos importantes, que no le habrían perdonado su asistencia al Valle, junto a miles de dignísimos compatriotas. Así que no caigamos en la trampa de echarnos impúdicamente en los brazos de ese tropel de pijos oportunistas. Si hemos esperado años, si nuestros ideales no han tenido representación parlamentaria desde Blas Piñar, no es cuestión de que ahora nos precipitemos.
Al percibirse en Génova la inutilidad de Abascal, ya manifestada en sus años ociosos en el parlamento vasco y al frente de fundaciones subvencionadas, se hizo lo que se suele en estos casos: soltar lastre. Así fue como Abascal comenzó a perder influencia y brillo mediático. Muchos de los que se acercaron a él huyeron en desbandada. Electoralmente, entre tanto, Abascal y su partidito siguieron avanzando estrepitosamente a paso de cangrejo. En las últimas elecciones vascas obtuvieron poco más de trescientos votos. No se dieron por aludidos.
Pero él sigue, erre que erre. En el fondo lo que revela es su larga condición de mediocre que no concibe ni conoce otra forma de vida que no sea la política. No se le conoce oficio, ni beneficio, ni ocupación laboral alguna, ni ingresos económicos que no procedieran del presupuesto público o, como ahora, de las cuotas de sus afiliados, algunos de ellos no tan pardillos como aparentan. Se trata por tanto de un político profesional, que tiene que ir improvisando a cada paso para acoplar su mercadería al gusto del gran mayorista y, entre tanto, poder seguir viviendo sin darle un palo al agua.
Abascal no tiene carisma, no es un personaje notable, su oratoria no imantará nunca pasiones, carece de una mínima formación intelectual, no se recuerda nada que en él haya sido genial. Ni siquiera brillante. Pero Abascal no es ningún tonto. La prueba es que ha vivido de la mamandurria durante años. Su instinto de pillastre le ha soplado al oído que hoy la mamandurria puede encontrarse abrazando las ideas que han trasladado a Donald Trump a la Casa Blanca o a la Liga al Gobierno italiano. Así que se ha lanzado en tromba a defender unos ideales que hace sólo unos meses ignoraba. Eso sí, sin atreverse a denunciar, ni antes ni ahora, al poder sionista en la sombra que todo lo controla, incluido la llegada de millones de inmigrantes a nuestros países.
La trampa de Vox que favorece la estrategia globalista: focalizar el tema catalán y dejar a oscuras nuestra guerra ideológica e intelectual con la izquierda, que hoy celebraba una batalla decisiva, felizmente ganada. Sería muy pretencioso por nuestra parte esperar grandeza moral del que solo aspira a vivir de la política. Abascal nunca se atreverá a decir que el multiculturalismo y la multirracialidad es una situación artificial y malsana que sólo afecta a los Estado en declive general; que un Estado multicultural o multirracial porta en lo más profundo de si mismo los gérmenes de su futura destrucción nacional; que todas las naciones multiculturales o multirraciales desembocan en un estado de ruina política, moral, económica y social; y que la mentira y el engaño son lo propio de los medios de comunicación, los políticos y las instituciones educativas controladas por el mundialismo sionista.
El multiculturalismo es utilizado como un martillo para forjar a los pueblos dóciles que conformarán los Estados obedientes del Nuevo Orden Mundial. Como arma de guerra de política moderna, el multiculturalismo tiene pocos equivalentes, lo que explica su utilización actual en toda Europa Occidental, los EEUU, Canadá y Nueva Zelanda. La parcelación y división deliberada de estas naciones y la pérdida de la identidad nacional y de proyecto común que desemboca en grupos políticos en conflicto entre ellos sirve de trampolín a un gobierno mundial. ¿Pero quién compondrá ese gobierno mundial? Una clase dirigente constituida en una ‘jerarquía económica’ reemplazará la ‘jerarquía natural’ de la filosofía del siglo XIX. Una fuerza que considera a los países y las personas que los pueblan primero como objetivos económicos para explotar, y después como objetivos militares que deben ser vencidos si oponen resistencia. Y esa gente disidente y que opone resistencia estaba hoy en el Valle, justo donde los dirigentes de Vox brillaron cobardemente por su ausencia.
No hay que dejarse engañar por la apariencia entusiasta de estos conversos con el alma de hojalata. Para evitar en el futuro ‘fenómenos’ como el de Trump, el Sistema podría haber empezado ya a echar mano de personas de tan escasos principios como Abascal, para ser utilizadas como los portavoces más convencidos del esplendor del identitarismo, en detrimento de los verdaderos líderes. Esos que conciben la política como un engorroso y sufrido deber y no como un medio parasitario de vida.
Pd.- Expresamos nuestro respeto a los anónimos militantes y simpatizantes de Vox que, en contra de sus líderes, defienden ardorosa y coherentemente los principios y los valores que aquí sostenemos.

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