Por Emilio Utgés.
Hasta las mujeres, mujeres, como Dios manda. Están de acuerdo que hay una guerra contra el varón. Hasta las esposas pueden denunciar que han sido violadas por sus esposos. Esto es así.
Un esposo puede ser denunciado por violar a su mujer. Sin embargo el esposo no puede denunciar a la esposa si la encuentra en su cama con otro.
Creo que el margen de la duda, se me tendrá que conceder. Estamos en una fiestas que han derivado en un aquelarre. En el momento del “chupinazo” ya vemos mujeres embriagadas, montando sobre los hombros de un varón. Las tetas al aire.
Que en la madrugada una chica se encuentre a cinco varones, con alcohol hasta las cejas y ella se vaya con ellos. Entran en un hotel a pedir habitación. Luego van con ella, hasta que un vecino abre un portal y se cuelan. Ella se este besando con un miembro. Supongo que la chica, no esperaría rezar el santo Rosario con ellos. Tampoco con aquellas guisas sanferminescas, tampoco pensó que la iban a degollar. Parece ser que se fueron y la dejaron sola. Uno de la “manada” creo que dio en el clavo “si la hubiésemos invitado a una cerveza, no estaríamos aquí”. Luego ya se sabe... las feministas hicieron el resto. Los moros han hecho lo mismo y mucho peor y ni siquiera salen en las TV.
La lección de esta historia es que cuando el varón quiere mantener relaciones con una mujer, lo más prudente es que busque a un notario que de fe que la relación ha sido consentida y pactada. El tema es tan subjetivo que, un gemido se puede interpretar de dos maneras. La de signo de placer o de dolor.
A ellos decirles que ya son mayorcitos para estas juergas. Eso de salir en manadas y dejar las novias en casa, no es propio de un caballero y menos de un militar.
Se ha hecho mucha polvareda por los medios de comunicación, noche y día. Sin embargo por las niñas que han sido violadas y asesinadas. Las feministas ni una manifestación y contrarias a la prisión permanente revisable. Todo es una locura.
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