MI ALMA TIENE PRISA. Por Carlos Garcés.



Mi ALMA TIENE PRISA. Por Carlos Garcés

Hay poemas que no necesitan presentación, porque se abren paso directamente hasta el alma. “Mi alma tiene prisa”, atribuido a Mario de Andrade, es uno de ellos. En sus versos late la voz de quien ha comprendido, tras muchos años de vida, que el tiempo no es un enemigo, sino un espejo. Y que llega un momento en que uno ya no quiere perderlo en discusiones inútiles, en máscaras ni en apariencias.

Durante años se creyó que este poema pertenecía al escritor brasileño Mario de Andrade. Sin embargo, los estudios posteriores demostraron que su autoría corresponde al también brasileño Ricardo Gondim, pastor, pensador y escritor contemporáneo. Sea quien fuere su verdadero autor, lo cierto es que el texto contiene una sabiduría intemporal, una verdad serena que ha tocado el corazón de millones de personas en todo el mundo.

Este poema habla de la madurez del espíritu, de esa estación en la que ya no se busca impresionar a nadie, sino vivir con serenidad, con verdad y con gratitud. En él se reconoce la urgencia de disfrutar lo esencial: un gesto sincero, una conversación con alma, el calor de una amistad o el silencio de una tarde cualquiera.

Confieso que me siento profundamente identificado con su mensaje. A cierta edad, uno descubre que lo que antes parecía importante no lo era tanto, y que las prisas que dominan el mundo moderno son enemigas de la felicidad. “Tengo prisa por vivir”, dice el poema, y en esas palabras resuena algo más que una advertencia: es una llamada al despertar, a no dejar que la vida se escape sin haberla realmente vivido.

Por eso, hoy comparto este vídeo en mi blog Senator, no solo como homenaje a la hondura humana de quien lo escribió, sino como una invitación a reflexionar sobre lo que realmente vale la pena.

Porque sí: el alma, cuando ha vivido mucho, ya no quiere perder el tiempo. Quiere paz, quiere belleza, quiere verdad. Y sobre todo, quiere amor.

Carlos Garcés.
28 de enero de 2018.


*MI ALMA TIENE PRISA*
 
Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de *dulces*; los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchos *dulces* en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. *Que sepa reír de sus errores*. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa antes de la hora. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
*Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas*…
*Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma*
Sí…, tengo prisa…, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los *dulces* que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
*Mi meta es llegar al final* satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la  segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.......



Comentarios

  1. Efectivamente, te vas dando cuenta.......cuando ya solo te queda una. Aunque opino, que la muerte, no es final, por eso no le tengo miedo ninguno.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario